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Concello de A Coruña y Deportivo siguen direcciones distintas de cara al Mundial

El aforo del futuro Riazor es un tema donde ambas partes tienen posturas diametralmente opuestas

A Coruña

El próximo mes de diciembre deben confirmarse qué estadios albergarán los partidos del Mundial 2030. Riazor está en la relación inicial de sedes pero el ruido que rodea a la candidatura coruñesa y la desconfianza que preside las relaciones entre club y Ayuntamiento no son los mejores aliados para que la ciudad forme parte de la cita mundialista. Concello y Deportivo discrepan de manera abierta al respecto de lo que debe ser, y cómo debe ser, el estadio municipal de cara a 2030.

El primer punto de fricción está en lo que debe ser Riazor en el próximo decenio. Desde el Ayuntamiento quieren aprovechar el Mundial para convertir el recinto en un espacio capaz de albergar grandes espectáculos. En María Pita se fijan en modelos como el Metropolitano o el Bernabéu, capaces de acoger eventos de nivel mundial y de generar beneficios a los clubes propietarios. En el Deportivo desconfían de que ese uso sea compatible con el de un club de fútbol que debe jugar cada 15 días en su estadio.

El aforo del Nuevo Riazor es un punto donde tampoco hay acuerdo entre las partes. El deseo del Ayuntamiento es de aumentar la capacidad, como mínimo, a 40.000 espectadores, una cifra que no ve necesaria el Deportivo. El club ha cerrado su campaña de abonos con 27.549 pero la asistencia media se ha situado en 25.216, unos datos que, según el club, demuestran que no hay necesidad de dotar al estadio de más butacas. Desde el Concello creen que dada la lista de espera existente para hacerse abonado, cifrada en casi 10.000 personas, no es descabellado apostar por la ampliación.

La organización de eventos en Riazor también genera dudas en lo que concierne al césped. El verde suele ser el principal afectado por la celebración de conciertos, provocando su sustitución. En el caso coruñés, cada cambio de césped tendría un coste de medio millón de euros más IVA y sería necesario casi un mes de trabajos para afrontar la sustitución. Unos plazos de ejecución incompatibles con la competición salvo que el terreno de juego sólo sea utilizado en verano para usos extradeportivos.

A todo la anterior hay que sumar la sensación que tienen en el Deportivo de haberse quedado al margen de todo el proceso. Pese a que la comisión paritaria de seguimiento realiza reuniones periódicas, desde el club siguen sintiéndose desplazados de un proyecto donde deberían ser parte activa. Echan de menos haber podido aportar algo al proyecto constructivo del nuevo estadio y siguen sin conocer diversos aspectos del mismo, lo que les hace definirse como un mero espectador en el proyecto mundialista coruñés.

 
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