La mirada de Jorn Lucas: Vida en la ciudad
Cada martes el periodista neerlandés nos da su visión sobre temas de A Coruña
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A Coruña
Como recién llegado a esta ciudad, hay ciertas cosas que ya son completamente normales para mí. Pero eso no significa que ya no me sorprendan.
Pero lo que más me llama la atención es que parece que soy el único que se preocupa de esas cosas. Será porque no estoy acostumbrado. O porque el resto de la gente simplemente lo ve como algo normal, y siempre fue así.
Permíteme dar algunos ejemplos.
Los semáforos. Parece que funcionan con un temporizador regular, de una tienda asiática en la esquina. Lo que significa que como conductor puedes encontrarte detenido en rojo en medio de la noche, esperando que crucen peatones que ni están. Más llamativos son los semáforos que encuentras al final de una glorieta - también conocida como una rotonda. O un semáforo a pocos metros de otro semáforo, o aquellos semáforos que permiten que tanto peatones como coches puedan cruzar a la vez.
En lo que los coruñeses son verdaderos campeones es en maneras creativas para aparcar. Sobre el paso de peatones, en las esquinas, en las paradas de autobús. Creo que no hay ni una sola esquina en esta ciudad que no haya sido utilizada como un lugar para dejar el coche.
Soy especialmente fan de los que tienen el valor de aparcar justo delante de un semáforo y parcialmente sobre la acera, para luego dirigirse al bar al lado. Que los demás tengan que hacer maniobras para pasar, será algo que a lo mejor no se da cuenta. O sí pero no le importa. También es posible.
Por último, están los contenedores. En una ciudad donde los lugares para aparcar son escasos y las aceras son estrechas, nunca entenderé por qué estas "joyas" decoran el paisaje urbano.
Especialmente porque mucha gente deja su basura no dentro del contenedor, sino al lado.
Quizás tenga que ver con los incomprensibles horarios en los que se permite depositar la basura. Una restricción innecesaria, en mi opinión.
Puede que el oyente me considere un quejica, pero tengo la sensación de que estas cosas existen porque las cosas se hacen así desde siempre. Si hay una mala razón para no cambiar las cosas, sería esa..
Por eso, un mensaje para el Ayuntamiento: sean pragmáticos y mantengan el objetivo claro. Es decir, una ciudad habitable con más espacio para los peatones que para los coches. Pero como todos pueden ver en la Calle Compostela, acepten las quejas iniciales y sigan adelante. Vemos que funciona.