Antiarrugas para menores de 15
En Generación Z para Boomers analizamos con Carlitos Maceiras esta tendencia peligrosa
Generación Z para Boomers: Antiarrugas antes de los 15
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A Coruña
En este programa, solemos hablar mucho de la generación Z, pero vamos a desplazarnos sutilmente hasta un poco más abajo, la Generación Alfa. En España, los integrantes de la generación alfa, los menores de 14 años, conforman un grupo de población de unos 5,5 millones. Son los nacidos a partir de 2010, en un momento donde tener una pantalla táctil en el bolsillo empezaba a dejar de ser raro. La generación Alfa se ha convertido en un nuevo público objetivo a la hora de realizar marketing, y venimos a exponer uno de esos casos, concretamente, el de la industria de la cosmética.
Si bien hace algunos años era más sencillo imaginar a menores de 15 jugando a la consola que como consumidores de cremas, parches y mascarillas, hoy estos productos circulan con naturalidad en sus entornos. El fenómeno ha despertado un fuerte debate dentro y fuera de las redes sociales, especialmente por el papel que estas y la constante exposición a ideales de belleza puedan tener para influir en los más jóvenes y su salud física y mental.
El interés en cosmética y productos de autocuidado se ha convertido en algo común para niños y adolescentes, especialmente en plataformas como TikTok, Instagram y YouTube, donde los jóvenes consumidores pueden seguir rutinas de cuidado facial paso a paso siguiendo la de sus influencers y famosos favoritos. La creciente interacción de menores con estos productos ha llevado a la industria a generar estrategias de mercadeo específicamente orientadas a captar su atención.
Los empaques coloridos, las texturas inusuales y los nombres llamativos son algunas de las tácticas que las empresas están utilizando para atraer a esta audiencia. Marcas como Drunk Elephant han encontrado en la generación Alfa un nicho nuevo y en expansión. Esta compañía ha optado por diseños que se asemejan más a juguetes que a productos de belleza, como mascarillas y parches con formas y colores divertidos.
Drunk Elephant, por ejemplo, aclara que muchos de sus productos están diseñados para “todo tipo de pieles, incluyendo la de los niños y adolescentes”, lo que los hace atractivos tanto para padres interesados en inculcar prácticas de autocuidado como para los menores que buscan replicar las tendencias vistas en redes. En definitiva, esta estrategia de marketing está diseñada para que los menores interactúen con el producto de manera lúdica.
¿Qué llevó a que la cosmética se convirtiera en un fenómeno entre menores?
Para entenderlo, debemos mirar el contexto en el que estos jóvenes han crecido. La generación Alfa ha nacido en un mundo digital, en el que la tecnología y el contenido audiovisual son parte de la vida cotidiana desde los primeros años. Desde pequeños han sido testigos de cómo sus padres y personas de su entorno buscan productos que promuevan una apariencia “mejorada”, ya sea en la realidad o en las redes sociales.
Estos menores están, por tanto, familiarizados con los conceptos de autocuidado, sostenibilidad y tendencias de belleza desde una edad muy temprana. Uno de los puntos más delicados es que esta exposición no solo afecta la visión que tienen los menores de sí mismos, sino que también podría generar una presión social prematura.
En un artículo de El País que trata principalmente este tema, Rocío Rodríguez Dionisio, psicóloga especializada en imagen corporal, argumenta que el interés de los niños en productos de belleza puede explicarse en parte a través del fenómeno de “aprendizaje por modelaje”. Desde muy jóvenes, los menores tienden a replicar las conductas y valores de sus cuidadores o de figuras que consideran relevantes, como las celebridades e influencers que siguen en redes sociales.
Sin embargo, lo que antes ocurría a una escala limitada —como observar el uso de maquillaje de un adulto cercano— hoy sucede en el ámbito digital, donde la influencia es global y permanente, gracias a la velocidad y alcance de las redes sociales.
Los cambios también están ocurriendo en el ámbito regulatorio. En países como Suecia, algunas cadenas de farmacias han impuesto restricciones a la venta de ciertos productos, especialmente aquellos con funciones antienvejecimiento, limitando su acceso a menores de 15 años. Esta medida, impulsada por los efectos psicológicos y de salud asociados al uso temprano de estos productos, busca proteger a los jóvenes del desarrollo de hábitos que podrían ser perjudiciales a largo plazo.
Esta regulación refleja una preocupación que crece en diferentes sectores de la sociedad: la generación Alfa está adoptando comportamientos típicos de la adultez a edades cada vez más tempranas, y esta tendencia plantea interrogantes sobre las consecuencias futuras para su bienestar emocional y físico.
Sin embargo, la presencia de cosmética y productos de belleza en el entorno de los menores no solo impacta su imagen personal, sino que también influye en la percepción de lo que significa el autocuidado y la “belleza ideal”.
Si bien algunos defienden que esta tendencia promueve una autoestima sana y una actitud positiva hacia el cuidado personal, otros consideran que el auge de estos productos entre menores contribuye a la hipervaloración de la apariencia física desde muy pequeños.
La responsabilidad de las empresas también juega un papel importante en esta discusión. Aunque muchos productos para adolescentes están etiquetados como “seguros” o “naturales”, la realidad es que el exceso de uso de cosmética a una edad temprana no está exento de riesgos. Especialmente preocupante es el uso de productos que contienen ingredientes que podrían ser demasiado agresivos para la piel joven, como algunos tipos de retinol y exfoliantes químicos, que pueden producir efectos indeseados a largo plazo si no se aplican de manera adecuada.
En este sentido, el rol de los padres y educadores es esencial para garantizar un consumo responsable y consciente de estos productos.
El fenómeno de los “Sephora Kids”, como algunos usuarios en internet denominan a estos jóvenes entusiastas de la cosmética, es el reflejo de una era en la que la apariencia tiene un rol central en la identidad y en las relaciones sociales. Estos pequeños consumidores no representan tanto el problema como el síntoma de una época obsesionada con la estética.
Hoy, las redes sociales funcionan como un espejo que magnifica nuestras ideas y preocupaciones sobre la imagen y el autocuidado, y en ese sentido los menores no son la excepción. El deseo de “verse mejor” y compartir esta imagen con el mundo digital es una realidad que ya forma parte de la identidad de la generación Alfa.
De cara al futuro, esta tendencia plantea un reto ético para la industria de la cosmética. Si bien el mercado para niños y adolescentes representa una oportunidad económica importante, también requiere de un equilibrio en el que se considere la salud y el bienestar de estos jóvenes.
La generación Alfa, una cohorte que ha crecido en un entorno de constantes cambios tecnológicos y sociales, parece ser más madura y consciente de temas como el medio ambiente, la diversidad y la inclusión. Esto supone tanto un desafío como una oportunidad para las empresas, que deben pensar en cómo adaptarse a estas demandas sin promover hábitos que podrían ser dañinos.
En conclusión, la relación entre los menores y el sector cosmético es un reflejo de un cambio cultural más profundo que abarca no solo el autocuidado, sino también el consumismo, la identidad y la influencia social.