Fe Álvarez: “Necesitamos que las ayudas contra el despoblamiento se centren realmente en las necesidades del rural”
Las cifras de natalidad en la montaña de Lugo son las peores de la provincia y desde el GDR Montes e Vales Orientais detectan errores en las políticas para recuperar población
Fe Álvarez: “A ver si conseguimos que las ayudas que van contra el abandono se centren realmente en las necesidades del rural”
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Lugo
En la montaña de Lugo los datos de crecimiento vegetativo reflejan la pérdida de población que sufre toda la provincia. En Galicia los nacimientos cayeron en un 3,22% en el año 2023, según datos del INE. Es la comunidad autónoma con peor saldo vegetativo del país y dentro de ella Lugo duplica ese porcentaje: la provincia registró un 6% menos de nacimientos.
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Los datos más sangrantes están en la montaña, donde concellos como Folgoso do Courel o Cervantes cuentan un bebé nacido en todo el año, frente a 18 y 28 fallecimientos. En el caso de Navia de Suarna no hubo ningún nacimiento en el 2023. De continuar esta tendencia estos y los municipios del entorno se vaciarían en un período de entre 50 y 60 años.
Las administraciones locales y diferentes colectivos trabajan para impulsar proyectos y políticas que reviertan estas cifras, pero los resultados, reconocen, no están siendo los deseados. Sobre el terreno trabaja el GDR Montes e Vales Orientias, que abarca 13 concellos de la montaña lucense.
Su gerente, Fe Álvarez, no se sorprende ante unas cifras que llevan manejando años y ven que “el declive poblacional es imparable”. Tiene claro que la pequeña administración, los concellos y asociaciones como esta no son las que tienen, por sí solas, la posibilidad de revertir estos datos poblacionales: “Son como pequeñas tiritas que intentan tapar una hemorragia".
Mucho menos cree que se pueda recuperar población solamente con el aumento de la natalidad, sino que “necesitamos necesariamente que entre población exterior a estos municipios" y que es fundamental que haya viviendas disponibles. “No puede ser que tengamos cientos de casas cayéndose, pero que la gente que quiere venir al rural no pueda acceder a ellas".
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El abandono de propiedades que en los últimos años viene conformando el paisaje de los entornos rurales de la provincia ha llevado, además, a un estado de deterioro de este patrimonio muy importante. Álvarez apunta que “tampoco podemos pensar que las familias, normales, que vienen para trabajar y para vivir aquí tiene más de un millón de euros para rehabitarlas".
Por estas razones cree que estamos errando el tiro: no solo hay que convencer a la gente de retornar al rural, sino también ponerlo fácil. Porque, según cuenta, siempre se encuentran con problemas de lentitud administrativa o limitaciones de usos.
“Habría que buscar una forma de flexibilizar los trámites, por ejemplo que se puedan dividir casas muy grandes con cierta agilidad o intentar ofrecer ayudas para que los propietarios las rehabiliten y las pongan en alquiler", propone, con el objetivo de promover bolsas de alquiler en el rural. “Parece evidente decirlo”, continúa, “pero si no somos capaces de ofrecer a la gente casas en las que vivir, no pueden asentarse”.
Legislar desde la realidad
“Estamos intentando convertir el rural en una postal”, dice Fe Álvarez, “cuando lo que hace falta es amplitud de miras autonómica y estatal". Frente a las campañas de resignificación de la vida en el rural que lo presenta, a su entender, como algo que no es, habría que reformular el aspecto legislativo porque resulta “contradictorio”.
“Yo creo que se legisla mucho, me da la impresión, desde enfoques urbanos y que se el rural de una óptica completamente diferente a lo que es la realidad sobre el terreno", asegura. Explica que la legislación, en muchos casos, no está adaptada a las iniciativas que se impulsan desde entornos rurales: “Aquí nos encontramos con burocracias insalvables y subvenciones que para nada son adecuadas a lo que necesita el medio rural".
Desde el GDR están acostumbrados a trabajar con fondos destinados al reto demográfico, a gestionarlos y solicitarlos, y ven que “hay muchas líneas de ayudas, y no solo para empresas o particulares sino para las propias administraciones o para nosotros que no están en absoluto adaptadas a nosotros". Son necesarias y un recurso que está muy bien, pero que no llegan al terreno ni “a los sitios donde más necesitaos luchar".
Apostar por proyectos pequeños, pero con impacto
En este sentido señala, desde la experiencia, que reconducir estos fondos hacia pequeños productores y proyectos profesionales, que dinamizan las economías de pueblos y aldeas, y que generan un impacto directo sobre su entorno, daría mucho más resultado.
“De verdad que se nos está acabando el tiempo", alerta, “para apostar en serio por estos municipios pequeños y estas formas de vida y hay que apostar por iniciativas, algunas muy bonitas, que tenemos aquí al lado como pueden ser los ganaderos de Cervantes, de A Fonsagrada, producciones de huerta o de fruta... Iniciativas, a lo mejor, más pequeñas, pero que tienen un valor inmenso porque permiten a la gente vivir en el rural".
La pérdida del rural impacta en lo urbano
“El rural es lo que siempre dio de comer a la gente”, recuerda Fe Álvarez, “donde se producen unos servicios ambientales y ecosistémicos muy necesarios para la sociedad que como dejen de existir vamos a tener grandes problemas también en los entornos urbanos".
El dinero que se gasta, por ejemplo, en la extinción de incendios forestales podría destinarse cuestiones diferentes y si las aldeas están habitadas y los montes son productivos, serían mucho menos habituales: “Que las aldeas, esas pequeñas iniciativas, sean un medio de protección contra los incendios". “Pero claro, esto son políticas y decisiones que exceden de largo lo que puede hacer un GDR o un Concello", señala.
“A ver si conseguimos”, concluye, “que todas esas líneas de ayudas que van contra el abandono, para el reto demográfico y otras líneas que supuestamente van para apoyar el rural se centran realmente en sus necesidades".
Antía Montes
Radio Lugo