El Celta de Claudio Giráldez muestra su catálogo de virtudes en Balaídos

Vigo

Los números están ahí. Lo mismo que fuera de casa el Celta sufre y no está sumando todo lo que sería conveniente, el Celta de Claudio Giráldez puede presumir de tener los mejores números como local en 19 años. Y eso que ya han pasado por Balaídos los cuatro equipos de Champions League. Perdió injustamente y por la mínima contra Real Madrid y Atlético, y logró arañarle merecidamente un punto al Girona y otro al Barcelona. A partir de ahí, el Celta está mostrando su mejor cara, la más seria contra rivales que podrían catalogarse de su liga. Fue capaz de vencer a Alavés, Valencia, Valladolid, Getafe y Mallorca. Si mérito tuvo el arranque con dos triunfos seguidos contra Alavés y Valencia para marcar territorio, de gran relevancia son las dos últimas victorias. Y es que el Celta de Claudio Giráldez ha demostrado una capacidad camaleónica para no caer en las redes de los rivales y ser capaz de adaptarse al fútbol que tiene enfrente y a la situación de partido. Y eso lo ha hecho contra dos de los equipos más complicados, densos y duros como visitantes.

El Getafe llevaba una buena racha en Balaídos y el Celta nunca había ganado a los azulones con Bordalás como entrenador. Los de Giráldez plantearon el partido con inteligencia y, después del gol tempranero de Douvikas, supieron adaptarse al nuevo partido que se abría con ese 1-0. El Getafe disfruta con un partido empatado y busca su oportunidad. Con ese 1-0, tendría que cambiar Bordalás su guión y el Celta siguió desplegando su fútbol pero protegiendo su portería con inteligencia. Al final, los tres puntos se quedaron en casa, los de Giráldez apenas sufrieron salvo en un par de centros laterales y Guaita lograba una portería a cero, la primera como local y la segunda de la temporada. Después de ese partidazo contra el Barcelona y el 2-2, volvía a jugar el Celta en Balaídos tras la dolorosa derrota en Cornellá. Lo hacía ante un Mallorca lanzado. Sexto clasificado y aspirando al quinto puesto del Villarreal. Un cuadro bermellón que con Arrasate había logrado ganar en Butarque, Villamarín, Zorrilla y Gran Canaria. Llegaba a Vigo con 24 puntos y con una extraordinaria fiabilidad. El Celta supo afrontar el partido, supo interpretar y leer el juego de los de Jagoba y adaptarse a un escenario de partido igualado, muy físico y de una necesaria concentración en cada una de las acciones para evitar las contras peligrosas del Mallorca. Y así fue. Los de Giráldez buscaron al rival pero manteniendo una seriedad defensiva muy elevada. Solamente permitiendo al rival poder acercarse a balón parado o con algún centro lateral. Nada en elaboración ni en transiciones rápidas. Minimizaron las pérdidas, estuvieron más seguros en el pase y eso llevó a un partido igualado que cambió con el gol de Hugo Álvarez en el 31 del primer tiempo.

El Celta siguió adaptándose al rival y al contexto del 1-0. Esperó a que el Mallorca se abriese, arriesgase algo más e intentar aprovechar los espacios. Y así fue. En la segunda parte, el Celta encontró los espacios por las bandas y con Aspas en la media punta. Y ahí trazó contras muy peligrosas que acabaron en varias situaciones de gol y de peligro. Más que el rival. Cambio de guión y mejora de las prestaciones. Después llegó la expulsión de Raíllo y el 2-0 de Aspas. Lejos de volverse loco el equipo o relajarse, siguió muy serio en la presión de la medular y muy intenso y concentrado en cada anticipación defensiva. Un Celta muy serio atrás y con más pegada que llegada. Un Celta más camaleónico. Nueva victoria en casa, por dos goles de diferencia y nueva portería a cero para Guaita.