Oficios tradicionales que resisten al tiempo: pasión, arte y cultura hechas a mano
En A Coruña y Galicia, artesanos como la zapatera Sandra Caínzos mantienen vivos oficios en riesgo de desaparecer, desafiando la era de lo industrial

Oficio: Sandra Caínzos, Zapatera
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A Coruña
Relojeros, cesteros, cuchilleros, cristaleros… y zapateras. Oficios que son mucho más que profesiones: son expresiones de cultura, historia y saber hacer. En un mundo cada vez más dominado por la producción industrial, los oficios tradicionales siguen teniendo un lugar, aunque cada vez más amenazado por la falta de relevo generacional y la competitividad de los productos de bajo coste.
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En Galicia, artesanos como Sandra Caínzos mantienen viva la llama de estos trabajos hechos a mano. Sandra es zapatera en A Coruña, y su historia representa como pocas ese equilibrio entre tradición, vocación y adaptación.
Sandra Caínzos, una zapatera en tiempos modernos
Encontrar un zapatero no es fácil. Encontrar una zapatera, aún menos. Sandra Caínzos lleva más de diez años al frente de su tienda en la zona de la Cubela, en A Coruña, donde repara calzado, arregla bolsos y mochilas, y también diseña artesanalmente pendientes y pulseras de cuero.
Su vínculo con el oficio viene de familia: su padre vendía maquinaria para zapateros. Pero fue tras la jubilación del zapatero que compartía local con él cuando Sandra decidió aprender el oficio, directamente con sus manos y sin escuelas de por medio. “No hay instituciones que enseñen ya este trabajo, se transmitía de generación en generación”, explica.
El desafío de reparar en un mundo que tira
Hoy en día, muchos zapatos se compran con la idea de ser desechados a la mínima. Sin embargo, todavía hay quien busca reparar antes que reemplazar. “Si el calzado es barato, a veces no compensa, pero mucha gente no sabe que casi todo se puede arreglar”, dice Sandra, que cada día se enfrenta tanto a reparaciones rutinarias como a desafíos inesperados. “El otro día me trajeron un zapato mordido por un perro. Ahí tienes que pensar más, buscar soluciones”.
Además de los arreglos tradicionales como tapas, filis o suelas, en su tienda también ofrece servicios como copia de llaves, mandos de garaje o trabajos en cuero más creativos.
Conciliar la artesanía con la vida
Sandra compagina su pasión por el oficio con la maternidad. Por eso, por las mañanas atiende su tienda en A Coruña y por las tardes trabaja junto a su pareja en Santa Cruz (Oleiros), donde tienen un segundo local.
“La atención al público me encanta, y también hacer cosas con las manos”, dice. Su formación en artesanía la ha llevado a crear incluso bolsos de cuero de diseño propio, aunque reconoce que el tiempo no le da para todo.
El oficio artesano, en riesgo de desaparecer
Desde la Asociación Galega de Artesáns alertan de la falta de relevo generacional. El presidente, José Manuel Salvador Sanín, lo resume así: “Muchos oficios tienen muy pocos practicantes y no sabemos si habrá continuidad”. El caso del “faqueiro” o del “campaneiro” son ejemplo de profesiones casi extintas. “Necesitamos que entren más jóvenes de los que salen”, insiste Sanín.
Sin embargo, también hay motivos para el optimismo. “Llevamos miles de años haciendo cosas con las manos. Este ciclo industrial se acaba, y puede que estemos en el inicio de una vuelta a lo artesanal”, dice esperanzado.
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José Manuel Salvado Sanín, Presidente da Asociación galega de artesans
Tecnología sí, pero con sentido
Los artesanos gallegos no rechazan la tecnología, pero apuestan por un uso equilibrado. “Mientras la esencia manual siga presente, la tecnología puede ayudar”, dicen desde la asociación. El valor de lo hecho a mano sigue estando ahí, siempre que no se pierda el alma del oficio.
El mensaje de Sandra: “Cualquiera puede aprender”
A pesar de las dificultades, Sandra anima a todo el mundo a valorar y a aprender los oficios tradicionales. “Es un trabajo bonito, útil, creativo. Solo hacen falta ganas y predisposición”, asegura.
Ella es uno de los ejemplos de que la artesanía no está muerta. De que los oficios tradicionales, aunque en peligro, siguen muy vivos mientras haya manos que los practiquen… y personas que los valoren.




