¿Qué pasa con el perro tras una separación? El debate legal y emocional en auge
Más de 30.000 perros en A Coruña y una pregunta clave: ¿quién se los queda tras una ruptura?

A cara de perro: Separación y mascotas
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A Coruña
Las separaciones sentimentales no solo afectan a las personas. Los animales de compañía, especialmente los perros, se han convertido en el epicentro de disputas legales y emocionales cuando una pareja se rompe. Y es que, ¿quién se queda al perro tras un divorcio? ¿Cómo se reparte su manutención? ¿Qué dice la ley?
En “Hoy por Hoy A Coruña”, Octavio Villazala abordó esta cuestión con humor, experiencia y un mensaje claro: los perros ya no se consideran objetos, sino seres sintientes.
Cuando el amor se rompe... y el perro queda en medio
“Yo enfadado porque no me quieres dejar el perro...” arrancaba Villazala con tono desenfadado, pero tocando una realidad cada vez más frecuente. En A Coruña hay más de 30.000 perros registrados. Con tantas mascotas en hogares compartidos, no es extraño que surjan conflictos por su custodia tras una separación.
Aunque muchos aún lo ignoran, la titularidad del microchip es un factor clave: quien figura como propietario legal es quien, de entrada, tiene ventaja en un proceso judicial. Pero eso no lo es todo.
Jurisprudencia y custodias compartidas...
Casos recientes, como una sentencia de la Audiencia Provincial de A Coruña, establecen precedentes. En uno de ellos, el hijo de una pareja se quedó con el padre en Galicia, mientras que la madre se llevó al perro a Valencia. El tribunal también fijó una manutención de 25 euros mensuales para el animal.
Como explica Villazala, “el juez valorará quién figura como propietario, pero también otros factores: tiempo disponible, vínculo emocional, bienestar del animal…”. Igual que con los hijos, la custodia del perro puede ser compartida, alterna o exclusiva.
Un perro no es un mueble: es un ser sintiente
Desde 2022, el Código Civil reconoce a los animales como seres sintientes, lo que implica que su bienestar debe primar por encima de intereses materiales. Ya no vale con decir “yo lo compré” o “está a mi nombre”. Si uno de los dos demuestra que el perro sufre ansiedad por separación o que tiene un vínculo más estrecho con él, esto puede pesar en la decisión judicial.
Villazala recuerda que ha vivido casos en los que las discusiones por el perro rozaron la violencia. “Casi se me matan en el despacho. Era como si se disputaran la custodia de un hijo”, comenta. Por eso, pide sensatez y empatía. “Si uno trabaja 12 horas y el otro tiene más tiempo, pensemos en lo mejor para el perro”.
¿Y si pactamos? Soluciones civilizadas para tiempos difíciles
Aunque la vía judicial está ahí, no siempre es necesaria. Las parejas pueden llegar a acuerdos amistosos: custodias compartidas, visitas, manutención proporcional... Todo suma si el objetivo es el bienestar del animal.
“15 días contigo, 15 días conmigo”, bromea Villazala en antena. Pero no es una idea descabellada. De hecho, cada vez más abogados especializados en derecho de familia animal ofrecen planes de custodia compartida para mascotas, como ya ocurre con los hijos.




