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¿Qué es la responsabilidad afectiva y por qué deberíamos empezar por nosotros mismos?

Ser responsables con uno mismo implica escucharse, validarse, y entender que no podemos salvar a todo el mundo

¡Cómo lo haces! : Responsabilidad afectiva

¡Cómo lo haces! : Responsabilidad afectiva

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A Coruña

A veces, una canción nos lanza sin previo aviso a una conversación más profunda. Entre ritmos y versos, se cuela una pregunta potente: ¿cómo nos relacionamos con los demás… y con nosotros mismos?. Y ahí entra en juego un concepto clave: la responsabilidad afectiva.

La responsabilidad afectiva empieza por uno mismo

Estamos acostumbrados a pensar en la responsabilidad afectiva como algo que debemos tener con los demás: ser claros, no desaparecer sin decir nada, cuidar los vínculos... Pero, ¿y con nosotros mismos? ¿Nos cuidamos igual? ¿Nos respetamos cuando mostramos vulnerabilidad? ¿Nos damos el permiso de expresar lo que sentimos?

Ser responsables con uno mismo implica escucharse, validarse, y entender que no podemos salvar a todo el mundo. A veces nos ponemos en segundo plano porque creemos que los deseos ajenos deben pesar más. Pero eso no construye relaciones sanas, ni justas.

El ghosting: el gran enemigo del respeto

Uno de los ejemplos más claros de falta de responsabilidad afectiva es el ghosting. Es esa práctica (cada vez más común) de desaparecer de una relación sin decir nada. Da igual si es una relación amorosa, una amistad o un vínculo incipiente: dejar de contestar mensajes o no aparecer sin explicación deja una huella.

Y sí, puede parecer más fácil. Pero no es lo mismo evitar el conflicto que actuar con empatía. Decir algo tan sencillo como “creo que ya no quiero seguir conociéndote” puede ser incómodo, pero es honesto, es humano, es justo.

¿Y después qué? Ser responsable también cuando ya no estás

La responsabilidad afectiva no se termina cuando cierras una puerta. Si sabes que la otra persona sigue ilusionada, volver a aparecer puede remover emociones difíciles. Si no estás en el mismo punto, piensa dos veces antes de retomar el contacto.

Ser empáticos no es solo escuchar, también es anticipar cómo puede afectar lo que hacemos. ¿Te gustaría que te lo hicieran a ti? Si la respuesta es no, quizá es momento de parar.

Claves para practicar la responsabilidad afectiva

Para construir relaciones más sanas y respetuosas, hay algunas habilidades que pueden ayudarnos:

  • Empatía: ponerte en el lugar de la otra persona.
  • Escucha activa: no solo oír, sino entender.
  • Comunicación eficaz y asertiva: decir lo que sentimos sin herir.
  • Coherencia: no desaparecer, ni crear falsas expectativas.

Todo esto forma parte de un ejercicio de madurez emocional que no siempre es fácil, pero marca la diferencia.

Dos libros que te ayudarán a entender mejor tus vínculos

Si quieres seguir profundizando en esto, aquí van dos recomendaciones que pueden servirte:

Me quiero, te quiero – María Esclápez

Que sea amor del bueno – Marta M. Noboa

Ambos textos hablan de relaciones saludables, de amor propio y de cómo ser responsables emocionalmente sin dejar de ser fieles a nosotros mismos.

 

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