Relaciones tóxicas, ghosting y responsabilidad afectiva: claves para identificar comportamientos dañinos
Analizamos en esta conversación los nuevos términos del amor y las relaciones en la era digital, desde el ghosting al love bombing

¡Cómo lo haces!: Relaciones tóxicas
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A Coruña
La sexóloga Sonia Martínez analiza en esta conversación los nuevos términos del amor y las relaciones en la era digital, desde el ghosting al love bombing, y explica por qué es vital ejercer la responsabilidad afectiva para cuidar nuestros vínculos.
¿Qué es la responsabilidad afectiva?
La responsabilidad afectiva consiste en ser consciente del impacto que nuestras palabras, actos y silencios tienen en los demás, especialmente en el contexto de las relaciones emocionales y sexuales. Como explica la sexóloga Sonia Martínez, se trata de cuidar no solo al otro, sino también a uno mismo, con honestidad, empatía y madurez emocional. "No se trata de evitar cualquier daño, porque eso es imposible, pero sí de minimizarlo y hacernos cargo de cómo actuamos", señala.
Ghosting, benching, hoovering... cuando el problema es la falta de compromiso
En la era de las redes sociales y las aplicaciones de citas, han surgido nuevos términos que definen formas de comportamiento cada vez más frecuentes y, en muchos casos, dolorosas. Estos son algunos de los más importantes:
Ghosting
Es cortar la comunicación de forma abrupta, sin explicación ni despedida. La persona simplemente desaparece, dejando a la otra en una situación de incertidumbre y confusión. Esto puede tener un fuerte impacto en la autoestima y generar sentimientos de culpa, angustia o vergüenza.
Benching
Equivale a "mantener en el banquillo" a alguien. No se corta la relación, pero tampoco se avanza. Se mantiene un contacto intermitente, que puede resultar muy adictivo para la persona que lo sufre. Se responde de vez en cuando, se lanza un "like" o un emoji en redes, pero no hay intención real de construir algo.
Hoovering
Este término hace referencia a comportamientos similares a una aspiradora: atraer de nuevo a alguien que se ha alejado. Puede darse después de una ruptura o cuando una de las personas decide que la relación no le conviene. Sin embargo, la otra reaparece con mensajes ambiguos o promesas sin compromiso real, generando confusión.
Love bombing: cuidado con los amores demasiado intensos
Otro concepto a tener en cuenta es el love bombing, o bombardeo de amor. Consiste en una manifestación exagerada de afecto al inicio de una relación, con regalos, mensajes constantes y declaraciones intensas. Aunque puede parecer romántico, cuando se utiliza con la intención de generar dependencia emocional, puede volverse muy dañino. Según Sonia Martínez, esto ocurre cuando "la otra persona se acaba aislando un poco y se siente atrapada en una relación que parece perfecta, pero que está basada en una manipulación emocional".
Gaslighting: la manipulación emocional que mina tu autoestima
Uno de los comportamientos más tóxicos en las relaciones es el gaslighting, o luz de gas. Implica hacer que la otra persona dude de su percepción, emociones o recuerdos. Frases como “eso no lo dije”, “estás exagerando” o “la culpa es tuya” son ejemplos de este tipo de violencia psicológica. A largo plazo, puede generar una pérdida profunda de confianza en uno mismo.
¿Por qué se repiten estos patrones?
Muchas veces, caer en este tipo de relaciones no tiene que ver con debilidad, sino con momentos de vulnerabilidad. Como explica Sonia Martínez, "es más fácil que esto nos pase si estamos atravesando un duelo, si tenemos la autoestima baja o si arrastramos heridas de relaciones pasadas". Además, algunas personas manipuladoras parecen detectar estas fragilidades, lo que puede generar un círculo repetitivo.
La clave está en la reflexión y el autoconocimiento: entender lo que sentimos, por qué reaccionamos de una manera determinada y qué tipo de relaciones estamos buscando. Si estos patrones se repiten, es importante acudir a profesionales que nos ayuden a comprender el origen y romper el ciclo.
Cuidar el vínculo: una tarea compartida
Al final, como concluye Sonia Martínez, la responsabilidad afectiva no es solo una actitud hacia el otro, sino también hacia uno mismo. "Querer cuidar el vínculo es cuidar al otro, pero también cuidarme a mí. Y para llegar a la seguridad, hace falta reflexionar. No se puede llegar a ella de la nada".




