Abraham Cupeiro: "Es una misión ir a Balaídos o a televisión y mostrar que hay algo más"

Ferrol

Reacio a tirar la toalla ante el dominio aplastante de las tendencias comerciales, Abraham Cupeiro (Sarria, 1980), en realidad, no libra ninguna batalla contra la cultura de masas, sino que continúa abriendo su propia senda, en la que le guía lo que al gran público le puede parecer una quimera: resucitar instrumentos olvidados.

En un domingo en el que llena el Auditorio de Ferrol, nueva parada en la gira de presentación de "Loira", su último trabajo, reconoce que, más que orgullo, siente "mucho agradecimiento" por la respuesta del público, que abraza las "ilusiones que creas en tu casa y llevas al escenario".

La propuesta de su disco, admite, es "más ecléctica, pasamos de un sitio a otro sin hilo conceptual", pero con el "denominador común" de seguir sacando a la luz joyas como su karnyx, del período celta.

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Cupeiro se rodea esta vez de "voces muy evocadoras", como la del también gallego Davide Salvado, porque valora que se "mezclan muy bien en este trabajo", que surge de su propia inquietud cultural desde la infancia.

"Tuve la suerte de nacer en un sitio muy poliédrico culturalmente", relata el músico, que confiesa ser "bastante exigente conmigo mismo", pero que también sostiene que la suya es una "manera de trabajar muy barata: papel, lápiz y goma; si no te gusta, borras, y de vez en cuando escribes algo que te parece que está bien y esperas que al público le guste".

En "Loira" emergen composiciones, admite él mismo, arrinconadas en un cajón, pero resalta que cada tema "necesita el momento adecuado, saber en qué álbum lo vas a poner para que tenga coherencia".

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Aunque alude a una "lucha contra este mainstream tan voraz", su batalla es otra: "Parece ser que a la gente no le interesa la cultura, pero mucha juventud viene a mis conciertos y para mí conectar con gente joven es primordial".

Sin preguntar la edad del espectador, Abraham Cupeiro brinda "sonidos del pasado que siguen resonando en nuestro interior" en un formato de concierto que recuerda a estar "sentados al calor de una lareira", ante el fuego del hogar.

"Hago la música que me gusta y tengo la suerte de que le gusta a un perfil muy amplio de gente", valora el sarriano, que hace casi veinte años, en 2006, inició su singladura de éxito construyendo "una trompeta barroca con mis manos para mi trabajo de final de carrera en Madrid", donde se formó para ser profesor de conservatorio.

Entiende que la "música y la historia siempre fueron de la mano" y que su mezcla hace posible "la única máquina del tiempo" en la que cree, con la cual viaja siglos atrás para que luego su público "pueda volar" gracias a "melodías para emocionar" nacidas de "instrumentos que ya no se escuchan".

Más allá de la repercusión musical o mediática, Cupeiro tiene como "única meta" seguir formándose y aprendiendo, un proceso en el que hay "también disfrute" y que, en realidad, abrió muy pequeño, cuando ya encontró su "camino", el que le ha llevado a hablar en sus recitales de "historias pequeñas".

Son las de "minorías, gitanos, inmigrantes que llegan al Nueva York del siglo XIX", relatos que no salen "en libros de historia" y que reivindican que hay una realidad al margen de lo comercial en la música: "Parece que involucionamos, pero hay mucha gente joven haciendo cosas diferentes".

Popular por la sencillez de su relato en programas como "La Revuelta", de TVE, o sus actuaciones en el estadio de Abanca Balaídos coincidiendo con citas relevantes del Celta, no oculta que acudir a esos eventos "ayuda mogollón; es una misión ir a estos sitios y mostrar que hay algo más allá".

"La gente, si le das algo diferente, también lo recoge bien; decir que esto es lo que escucha la gente para tener audiencia me parece una manipulación de los contenidos para que seamos más planos", zanja el de Sarria.