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Iago Aspas se merecía algo así

El de Moaña logró un gol y una asistencia en el decisivo partido de Getafe

Iago Aspas celebra un gol con el Celta de Vigo ante el Getafe en el Coliseum / Aitor Alcalde

Iago Aspas celebra un gol con el Celta de Vigo ante el Getafe en el Coliseum

Vigo

Minuto 60 del partido. Iago Aspas viene a recibir a campo rival y le rodean Borja Mayoral, Uche y Arambarri que le presionan para que no pueda pensar. Iago hace un cambio de ritmo que desborda a Mayoral; se gira y protege el balón con el cuerpo de espaldas, hace una pisada, una ruleta marsellesa y un nuevo acelerón para dejar atrás a los tres. Djené sale a taparle y, Diego Rico, le hace la ayuda y mete el cuerpo. Pero Aspas seguía y no le quedó más remedio al lateral burgalés que derribarlo. Es una jugada que nos da buena cuenta de la calidad de Aspas, pero sobre todo de su oficio, su capacidad para leer las defensas rivales y su colmillo afilado en esa final.

Vimos a Aspas hablando mucho con su compañeros en el calentamiento, después de encajar el 1-0, cuando lograron empatar, en las pausas de hidratación o cuando logró el 1-2. Era la voz de la experiencia, el consejo que necesitaba aquel jugador que sufría la presión de una final así. Era el que se ofrecía una y otra vez para iniciar el juego ofensivo.

De sus botas partió la genial asistencia a Borja Iglesias para el empate. Alfon lo habilita en la frontal de cara y, cuando todos esperaban el disparo seco con la zurda, Aspas amaga y mete una asistencia sin ver que deja al Panda mano a mano con Soria. Un pase medido, casi de quarterback bueno amagando pase largo y, hace el engaño tan bien, que le da una gran ventaja al running back para ganar yardas en su carrera.

Ya llevaba una asistencia pero quería más. Sabía que el empate les metía en Europa pero movimientos en Vallecas y Vitoria podrían complicar la cosa. De ahí que siguiese porfiando para intentar lograr el 1-2. Lo intentó en la primera mitad rematando de primeras un córner raso en una buena jugada de estrategia. Lo volvió a intentar en la segunda mitad con un desmarque al segundo palo y un remate de cabeza que picó en exceso.

Bordalás cambió tres veces de central izquierdo al cargarse de tarjetas y dos de mediocentros. La obsesión era parar y tapar al 10. Ya lo intentó Íñigo Pérez el otro día en el Celta-Rayo. Cuando Aspas salió al campo, Íñigo sacó a Gumbau para hacerle un marcaje al hombre en todo el campo y jugarse el partido en un 10 para 10.

Pero en Getafe, Aspas tenía tiempo para todo. Para crear, para presionar al rival, para correr, para afear las pérdidas de tiempo al Getafe con 1-1 o para pedirle cosas a Martínez Munuera. Aspas tenía guardado lo mejor para el final. El guión estaba escrito y no podía tener un broche de oro mejor. Justicia poética cuando decide ocupar el segundo palo en una zona, a priori, lejos de la jugada. El centro frío de Williot parecía largo hasta que Aspas llegó de la nada. Sabía que Soria es un portero muy alto y rápido en la reacción. De ahí que decidiese no parar el balón y no acomodarse para golpear con la zurda. Remató sorpresivamente con la derecha y nada pudo hacer el portero madrileño.

Su gol lo marcó en el fondo celeste del Mini Balaídos getafense. Iago Aspas se merecía volver a probar los lujos y las delicatessen europeas. Salvó al Celta tantas veces del infierno que también se merece disfrutar de Europa.

En un día en los que se encogen las piernas y la presión te hace pensar más lento, Iago Aspas tenía claro lo que quería y lo que anhelaba. Un gol y una asistencia del joven Aspas. Atrás quedaron los tiempos de las teorías filosóficas liverpoolianas del “reloj biológico” y esas cosas. Otra temporada marcando más de diez goles. Europa bien vale un esfuerzo. Y su madre, su mujer y sus hijos viéndolo en el Coliseum. Como siempre, doña María, cumplió con su ritual de irse discretamente en el autobús con los peñistas. Ella también se lo merece después de tantos miles de kilómetros para ver a Jonathan y a Iago por España y por Europa.

En Manchester aseguró que se dejaría la vida para devolver, algún día, el Celta a Europa. Y cumplió la promesa. Eterna deuda celeste de la ciudad y del club con este jugador único. Además de la estatua

Jacobo Buceta

Jacobo Buceta

Periodista de Radio Vigo-Cadena Ser desde 1998. Director de Hoy por Hoy Vigo desde 2008 y narrador de...

 

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