¿Quién es Zacarías?

El estilita / Radio Coruña

A Coruña
Durante los fines de semana siempre estoy solo en la redacción, que no se llena hasta por la tarde. De vez en cuando, un fotógrafo aparece para descargar fotos en el sistema, pero el resto del tiempo solo soy yo, el ordenador, el teléfono y el café. Normalmente las mañanas de los sábados son muy tranquilas y aquella también parecía destinada a serlo. Miré la página web de Bomberos. No había nada desde la noche anterior, cuando habían rescatado a un tipo que se había caído desde el Paseo Marítimo a las rocas de Os Pelamios.
Recordaba haberlo visto en las redes sociales poco después de la medianoche. Había estado a punto de ir, pero en la web señalaban que el estado del herido era muy leve y aquello había pasado hacía más de una hora, así que había decidido que no tenía sentido y me había repantigado en el sofá. Ahora no tenía sentido escribir nada. Ya lo habían hecho los otros medios, un simple corta y pega de lo que aparecía en la web de Bomberos. Le pegué otro sorbo al café y saludé con la cabeza a dos fotógrafos cuando entraron cargados con sus equipos.
Entonces sonó el teléfono. Miré y resultó que se trataba de un policía. Normalmente soy yo quien llama, así que sentí curiosidad. Descolgué y charlamos un rato. “Qué tal? Bien, ¿y tú? Día libre ¡Qué bien vives! Yo estoy trabajando”. La cháchara intrascendente continuó unos segundos más. El policía parecía de buen humor. “No te enteras de nada, Abel”, me reprochó en tono burlón. Lo reconocí inmediatamente: tenía una información importante y me la iba a dar, pero primero quería regodearse un poco, hacerme sufrir, disfrutar con ese ritual tan masculino que consiste en pasar el miembro viril por la cara del otro.
No me importó. A estas alturas, ya he aceptado que el sabor de la victoria a veces tiene un sospechoso parecido con el del esmegma de policía. “¿Sabes lo del tipo que se cayó del Paseo Marítimo?”, me preguntó, cuando se hartó de jugar conmigo. Me encogí de hombros. “Sí, pero está muy leve. No es nada”, le respondí, decepcionado. “Es Zakaria”. “¿Quién es Zakaría?”, pregunté, desconcertado. Él me explicó que era un jugador del Deportivo. Cualquier persona que me conozca sabe hasta qué punto soy un perfecto ignorante del tema. Pregunté a los fotógrafos que me confirmaron que, efectivamente, hay un futbolista que se llama así, un neerlandés de origen marroquí.
Aquello lo cambiaba todo. Llamé a mi jefa, que dijo que hablaría con mi jefe y con el de nuestro periódico deportivo. Mientras tanto, los fotógrafos se pusieron a discutir cómo Zakaria había podido caerse. Yo aventuré la posibilidad de que estuviera borracho mientras hacía llamada tras llamada. Siempre es más difícil conseguir que alguien te coja el teléfono en sábado, pero logré que me respondieran algunos tipos de los servicios de emergencia. El primero me confirmó que, efectivamente, se trataba de Zakaria, y que estaba acompañado por su hermano, pero que los dos estaban sobrios. Lástima. Mientras me lo contaba, yo lo redactaba en la web. Colgué y seguí escribiendo. No tenía foto. Aquello también era una lástima. Busqué una del jugador, regateando, o como se diga, y luego intercalé en la noticia el enlace a un vídeo que alguien había subido a las redes sociales.
El jefe del periódico deportivo me llamó para decirme que no había podido contactar con nadie del Dépor y que creía que en el rescate había participado también Salvamento Marítimo, pero yo ya estaba concentrado en el texto y le ignoré. Le pregunté a mi jefe por Whatsapp qué estábamos esperando para publicarlo. Él me preguntó si estaba seguro. Lo estaba. Apreté el botón y lo subí a la web. En ese momento, en rápida sucesión, me llamaron dos tipos más, que no me habían cogido el teléfono antes. Uno me dijo que Zakaria se estaba sacando un selfi cuando cayó y el otro me lo confirmó. Aquello era mucho más gracioso que una simple borrachera. Estaba encantado. Las visitas a la web comenzaron a dispararse y yo me recliné en el asiento. Puede que no sepa nada de fútbol, pero aquello había sido un buen tanto.