Oliver Laxe, premio del Jurado en Cannes: "La vida te da bofetones, pero siempre hay una oportunidad de crecimiento"

Oliver Laxe no oculta su sonrisa después de haber vuelto triunfante de Cannes. Su último trabajo, Sirat, viene de ganar el Premio del Jurado en la sección oficial. No es la primera vez que gana en este festival, pero sí a este nivel: "Es la ostia tener un premio en Cannes", resume.

En A Vivir Galicia paseamos con él por las calles de Santiago. Hablando de la película, del cine y de la vida. Todo está ligado. "Es un fiel reflejo sobre mi mirada sobre la vida. La vida muchas veces te sacude, te pega bofetones. Puede parecer que es injusta, pero en el fondo es para bien, y siempre hay oportunidad de crecimiento", reflexiona.

Comenta que él necesita "meditar sobre la muerte, sobre la existencia", y agrega que "es sano invitar a los espectadores a que miren hacia adentro, a través de una película, con suspense, con vicisitudes, con curvas...".

Explica que creó una película que reflexiona sobre "cómo la vida trabaja con el ser humano, muchas veces a través del accidente, de la gravedad". "La vida siempre te va a colocar al borde del precipicio y te dice «salta»".

Aventura y baile para "una experiencia física"

"Aventura". "Baile". Así responde Oliver Laxe cuando se le pide que defina con una palabra Sirat. "Es una experiencia física, es un rito de paso, una ceremonia. Hay que dejar que la película haga su efecto.

Una aventura que empieza en una rave y que acaba en medio del desierto, en su profundidad. Una película que empieza con el espectador bailando en la butaca y que acaba con él tenso en medio de la nada. "Es una película muy sensorial, para que el espectador disfrute del cine", comenta.

La inmensidad del desierto "te hace sentir pequeño". Allí hubo que desafiar a los límites para grabar, pero también permitió descubrir su belleza. "En la ciudad nos generamos angustia por no estar en contacto con la naturaleza". Lo dice un cineasta que busca sentirse libre en Os Ancares, entre Navia de Suarna y Cervantes. "En el desierto tienes que mirar al cielo, en Os Ancares estoy borracho de belleza".

Con todo, asegura que ha sido su película "menos dura", después de haber grabado a 3.000 metros de altura sobre mulas en Mimosas (2015) y dentro de incendios forestales en O que arde (2019).

El feedback en Cannes

El cineasta explica que desde el primer minuto recibieron una muy buena respuesta en Cannes, dándoles incluso como unos de los favoritos para hacerse con la Palma de Oro.

Pero más allá del premio, compitiendo con las 20 mejores películas del año, sostiene que "ya habíamos ganado por la conexión que tuvo la película con el público".

De hecho, afirma que se quedó "anonadado con el poder de las imágenes y con la conexión tan profunda con el espectador". "Nos paraba todo el mundo", dice, al tiempo que recuerda que "estamos hablando de profesionales, gente que puede ver más de 500 películas al año". "Ver el grado de éxtasis con el que nos hablaban... Nos preguntaban «¿de dónde salís?»".