La cuerda, la madera y el asombro: la buxaina como arte en A Coruña
El arte de la buxaina revive en las plazas coruñesas gracias a este maestro internacional del trompo

Omar Pule, campeón internacional de peonzas
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A Coruña
Estos días, si paseas por alguna de las plazas de A Coruña o por cualquier ayuntamiento del entorno, es muy probable que te cruces con una escena que parecía olvidada: niños, niñas y mayores haciendo bailar buxainas con entusiasmo. Este fenómeno no es casual. Tiene nombre y apellido: Omar Pule, campeón mundial de peonza, que está revolucionando este juego tradicional con exhibiciones, talleres y torneos para todas las edades.
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La fiebre de la buxaina regresa a A Coruña
Luis Rama, coleccionista y apasionado de este juguete ancestral, lo resume con claridad: “Hay una fiebre buxainera por toda la ciudad”. Tras el éxito de la exposición 'Ssszzziúuuu, a melodía das buxainas' en marzo, el fenómeno ha ganado aún más fuerza con la presencia de Omar Pule, que no solo deslumbra con su espectáculo, sino que también enseña a los más pequeños a dominar este arte con sus propias manos.
Un juego milenario que une generaciones
“Estamos tratando de rescatar un juego que parecía olvidado”, explica Pule. “Lo importante no es solo jugar, sino enseñar a jugar”. Cada jueves a las 19:30 en la Plaza de las Conchiñas, este artista mexicano reúne a niños, padres, madres y abuelos en una auténtica fiesta intergeneracional donde todos participan y se divierten. “Hago torneos para todas las edades. Es un parque donde se cruzan muchas culturas, y un simple juguete como la buxaina consigue unirlas”, cuenta.
De México a A Coruña: la historia de un campeón
Originario de México, Omar Pule lleva más de dos décadas dedicado profesionalmente a la buxaina —o trompo, como se le llama allí—. Aprendió con una hecha por su abuelo y, tras años de práctica, ha convertido su pasión en una vocación: viajar por el mundo difundiendo este juego que mezcla diversión, ciencia e imaginación.
“La buxaina es un giroscopio. Cuando gira, mantiene su eje. Es ciencia, pero también magia. Es un objeto inerte al que le das vida con una cuerda”, explica. Los niños no solo aprenden trucos, sino que despiertan su creatividad: inventan nombres como el murciélago o la trenza para sus propias acrobacias. “Usan la imaginación, y eso es lo más bonito”, dice con una sonrisa.
Tecnología sí, pero también juego tradicional
En una época en la que las pantallas dominan el tiempo libre de los más pequeños, el regreso de la buxaina es un soplo de aire fresco. “Con algo tan sencillo como una buxaina, los niños se emocionan, saltan, gritan ‘¡mamá, lo logré!’ cuando consiguen hacerla girar por primera vez. Ese momento no tiene precio”, asegura Pule.
Además, cada tarde se convierte en una clase de historia viva. “Los abuelos se acercan y dicen: ‘Yo jugaba con esto, se llamaba buxaina y la hacíamos de madera’. Y participan también. Es un puente entre generaciones”.
Buxainas acrobáticas y modelos históricos
Hoy en día existen buxainas acrobáticas de plástico, con cuerda y mecanismos internos que facilitan el giro y permiten realizar trucos más espectaculares. Pero también hay quien aparece en los talleres de Omar con buxainas heredadas, de hace décadas. Algunas, verdaderas reliquias de familia.
“Más allá del espectáculo, lo más importante para mí es enseñar”, insiste Omar. “Yo puedo hacer desaparecer y reaparecer una buxaina, pero cuando veo a cien niños lograr hacerla girar, eso es todavía más mágico”.




