La odisea de los universitarios en Santiago por conseguir un piso: "Todos los años mal, pero este horroroso"

Santiago de Compostela

Colas interminables y largas horas de espera, una estampa que se ha vuelto a vivir en Santiago de Compostela. Universitarios que peregrinan hasta las puertas de la inmobiliaria Julio Gerpe, que llegan de madrugada y que esperan horas bajo el sol a que les abran las puertas.

Los más madrugadores llegaron a las tres de la mañana con mantas y almohadas en los brazos, dispuestos a esperar. A las diez, la inmobiliara los recibe y los lleva, por fin, a visitar sus futuros hogares. Se levanta la esperanza, y sin embargo se topan con sitios viejos, oscuros, poco habitables... y de vuelta a la cola.

Entre visita y visita, se escuchan quejas tanto de los estudiantes como de sus padres, a quienes la paciencia les ha abandonado hace ya muchas horas. La protesta es sencilla: la mala gestión que dicen que presenta la inmobiliaria.

Muchos visitan pisos que no les convencen, que finalmente no cogen, y los castigan por ello: tienen que volver a hacer fila, pero ya no tienen prioridad. Se han arriesgado demasiado.

Los empleados de la inmobiliaria, intentando aportar una solución, hacen y deshacen grupos y colas tratando de tener a todo el mundo contento. "Quedan pisos para todos", repiten, procurando un mensaje de tranquilidad.

Comienza la segunda ruta por los pisos, esta vez por la zona de Conxo, y la sensación general es... variada. Muchos son pequeños y no gustan, la humedad es visible y el precio es demasiado alto para la calidad de vida que ofrecen.

Comentarios que se escuchan en los estrechos espacios entre habitaciones, en los minúsculos salones o en las oscuras cocinas.

Sin embargo, los universitarios tienen que ser realistas. La carrera no es de fondo, es un sprint y tienen que ser los más rápidos, los más listos.

"Estamos tres personas pendientes del mismo piso", así que lo tienen claro: no van a conseguir cumplir con todas sus expectativas, pero mejor tener algo que nada.

"Dentro de todos los que hay es el mejor, aunque de las fotos que hay a como está ahora cambia muchísimo... pero bueno, dentro de lo que cabe es el mejor". Todos se repiten la misma frase como un mantra.

Firman el contrato y terminan el juego. Ya pueden descansar. Por lo menos, hasta el año que viene.