Cómo afrontar el inicio del curso escolar sin transmitir ansiedad a los niños
Mantener la calma y respetar los ritmos individuales de cada alumno es fundamental para afrontar el inicio del curso escolar sin generar estrés añadido en niños y adolescentes

La aventura de aprender: Cómo afrontar el inicio del curso escolar sin transmitir ansiedad a los niños
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A Coruña
Con la vuelta al curso escolar, muchas familias viven estas primeras semanas con cierta angustia y presión. Los cambios de etapa —como tercero de primaria, primero de la ESO o bachillerato— generan inquietud tanto en los estudiantes como en sus padres. Sin embargo, los expertos insisten en la importancia de mantener la calma y respetar los ritmos de cada niño o adolescente para favorecer una adaptación positiva.
La presión familiar y sus efectos en el aprendizaje
Es habitual que, en la preocupación por que todo vaya bien, las familias transmitan más ansiedad de la deseada. Comparaciones con compañeros, hermanos o primos del estilo “tienes que hacerlo igual de bien que ellos” pueden añadir una carga innecesaria.
Según explica la pedagoga Carmen Iglesias, cada alumno necesita un tiempo distinto para adaptarse a los cambios: manejar una agenda, entender qué es un examen o asumir nuevas rutinas académicas. Mientras algunos lo logran en pocas semanas, otros precisan meses para interiorizar estos procesos.
Cambios clave en tercero de primaria y primero de la ESO
En cursos como tercero de primaria los alumnos comienzan a usar la agenda y enfrentarse a sus primeras pruebas. En primero de la ESO, además de convertirse oficialmente en adolescentes, se suman otras novedades: cambio de centro, nuevos compañeros, profesores distintos para cada asignatura o incluso el desplazamiento de aula en aula.
Todo ello supone una carga emocional significativa que, si se suma a la presión familiar, puede derivar en estrés y bloqueo.
La importancia de darles tiempo y margen
La recomendación principal es otorgar a los hijos un periodo de adaptación similar al que se establece en la etapa infantil. Es normal que no dominen las rutinas desde el primer día. El curso es largo y existe margen suficiente para reforzar hábitos, asumir responsabilidades y mejorar en las materias que presenten más dificultad.
Incluso “tropezar” al inicio puede resultar positivo, ya que ayuda a los adolescentes a tomar conciencia de la necesidad de organizarse mejor y dedicar más tiempo al estudio.
Potenciar fortalezas en lugar de centrarse en debilidades
Otro de los consejos destacados es evitar centrarse únicamente en lo que los niños hacen mal. Cada alumno tiene virtudes y puntos fuertes: desde la expresión escrita hasta el dibujo, la música o las matemáticas.
Si bien es importante apoyar en las asignaturas que más cuestan, conviene reforzar también las habilidades en las que destacan, fomentando actividades que estimulen esas capacidades. Esto refuerza su autoestima y consolida un aprendizaje más equilibrado.
Calma, confianza y acompañamiento
El inicio de curso es un reto para toda la familia. Mantener la calma, evitar comparaciones y confiar en los ritmos de cada niño es clave para que vivan este proceso con serenidad. Como resume Carmen Iglesias, “ellos ya están suficientemente nerviosos sin que añadamos más presión desde casa”.




