Los bomberos forestales piden formación y estabilidad: "Hay brigadistas que tienen categoría de peones de caza y pesca"

Lugo

Tras la ola de incendios que dejaba durante el mes de agosto los mayores registrados en la historia de Galicia un nuevo fuego, en la comarca de A Mariña, en esta ocasión de menores dimensiones, volvía a poner en el foco del debate la cuestión de la prevención y los medios. Se producía en la parroquia de Xusto de Cabarcos, en Vilamar, concello de Barreiros, y se extendió a Celeiro de Mariñaos.

Camilo Friol, vecino de la zona, fue uno de los primeros en detectar el humo y ponerse en contacto a través del 085 con Medio Rural. "Enseguida llegaron los medios aéreos, pero las llamas acabaron cruzando el río Masma", cuenta. Finalmente, llegó a acercarse a metros de varias casas y una granja: "Veíamos ramas incendiadas caer al lado de las viviendas y realmente creímos que había una posibilidad de que se quemasen".

Acudieron a colaborar brigadas de Becerreá o A Fonsagrada. En la comarca, municipios más próximos a Barreiros como Burela o Foz han renunciado este año a activarlas por falta de personal.

Lo más grave del incendio de Barreiros son los cinco integrantes de la brigada helitransportada de Castromaior que sufrieron quemaduras de segundo grado tras verse rodeados por las llamas con un cambio en la dirección del viento. Tuvieron que tirarse al río para huir y todos permanecen ingresados en la Unidad de quemados del CHUAC con "pronóstico grave", según el parte médico. Tienen entre 24 y 29 años.

Descoordinación de los dispositivos

Daniel Souto, delegado sindical en el Consorcio de Bomberos de la provincia de Lugo de la CIG, cree que la situación merece una reflexión profunda. "En ocasiones como esta", apunta, cuando se producen consecuencias graves, "se hacen evidentes las demandas que llevamos años haciendo". En este caso cree que es importante hacer hincapié en la falta de coordinación, "la gran olvidada".

"Revisando la hemeroteca, encontramos una serie de documentos realizados después de los incendios forestales del 2006", argumenta, "en los que no solo se revisaban las causas, o se hablaba de prevención, sino que otro de los puntos más señalados fue la necesidad de mejorar la coordinación entre los distintos medios de extinción". Casi veinte años después, "seguimos con la misma división y difuminación de los medios".

A la extinción de un incendio pueden llegar muchos grupos de actuación, muy diversos, con diferentes categorías profesionales, con diferentes mandos y, generalmente, a territorios que desconocen completamente. Esta fragmentación del dispositivo hace que las tareas de coordinación resulten muy complejas, y que no se trabaje de forma eficiente. "Cuanto más divides, más se precarizan los puestos de trabajo", sentencia.

Los cinco bomberos heridos en Barreiros pertenecen a una brigada helitransportada. Aunque Souto pide no concretar en su caso particular, señala que tanto ellos como los miembros otras bases repartidas por Galicia tienen contratos laborales de "peones de caza y pesca", que "no son realmente las tareas que desarrollan".

Esto "se hace para no reconocer sus derechos laborales". Implica que "no tienen pluses por toxicidad o peligrosidad que se le entienden a un bombero". Tampoco "se contemplan como enfermedades profesionales las derivadas, por ejemplo, de la inhalación de humo".

Brigadas sin experiencia ni formación

"Con estas condiciones laborales nadie aguanta más de dos o tres años en un puesto de trabajo como estos", señala el bombero. Esto implica que las brigadas estén por norma constituidas por "personas jóvenes, que no llegan a tener experiencia y que no reciben ninguna formación". Entiende que un sector que implica una responsabilidad de este calado y que revierte una complejidad de proceder tan grande "tiene que tender a la profesionalización".

Lo argumenta con un ejemplo: "Para trabajar en una ambulancia hay que ser técnico de emergencias sanitarias; pues para ser bombero hay que solicitar de forma decidida la formación reglada que corresponde, es decir, la de técnico de emergencias y protección civil, que ya existe y es propia para este desempeño". Aunque es consciente de que "el riesgo cero no existe", está convencido de que mejorar estas cuestiones "lo minimizaría mucho".

Leyes para apagar incendios

El de si hay recursos suficientes, si están bien coordinados y en qué condiciones laborales trabajan los efectivos que luchan contra los incendios es uno de los debates que surge, especialmente tras resultar heridos cinco bomberos en Barreiros. El otro apunta directamente a la responsabilidad administrativa: también es una cuestión de voluntad política evitar y apagar los incendios.

Así lo cree la arquitecta paisajista María Fandiño, y la clave para ello es la ordenación del suelo: "Por desgracia, siempre nos acordamos de ella cuando los territorios colapsan". Las características del rural gallego, compuesto por un gran número núcleos de viviendas aislados, "funcionaron muy bien durante años y años, pero por el abandono del rural, combinado con otros muchos agentes, ha dejado de hacerlo y tenemos que repensarlo".

Detecta que al hablar de "ordenar el territorio" la gente "se asusta". "Se preguntan si habrá que gestionar todo el suelo de Galicia", explica, y la respuesta es que si. ¿Cómo se aborda una cuestión tan amplia, que se le antoja a muchos inabarcable? "De una forma multiescalar", señala.

"La primera competencia tiene que ser autonómica", asegura. Tenemos pendiente elaborar "una ordenación general en la que, primero, se establezcan los puntos importantes". Es decir, para que "no nos pase como en Las Médulas", lo primero es "detectar cuáles son los puntos que hay que proteger sí o sí". Se refiere a núcleos de población, "que serían de primer rango, por supuesto", y a "zonas de alto valor ecológico".

La otra pata de esa primer escala sería identificar "cuáles son las áreas de principal peligro". Por ejemplo, "dónde se e as encuentran las explotaciones forestales de monocultivo que, en caso de que se produzca un fuego, puedan tener un alto nivel de inflamabilidad y llegar a ser muy virulento". Esa es la esencia: identificar estos dos grandes grupos de superficies de las que hay que hacerse cargo en un área enorme, que es toda Galicia.

"Parece una utopía, pero hay una solución muy fácil"

Todas estas propuestas de la paisajista miran a largo plazo: "No es tanto el tiempo que lleve repensar, sino implementar estos procesos". Está hablando de cambios que tardarían en hacerse patentes "diez, veinte o treinta años", y que requieren que en ese proceso "se vayan intercalando las distintas escalas, la autonómica, la provincial, la de las mancomunidades de montes vecinales, hasta llegar al pequeño propietario".

Para ello "tienen que pasar las competencias de unas administraciones a otras, que haya fluidez en la comunicación entre las entidades implicadas y que se escuche a los técnicos": "Personalmente, me parece una utopía", sentencia.

Sin embargo también cree que la solución es muy sencilla. Se trata, simplemente, de "escuchar". "En Galicia hay muchísimos técnicos y técnicas, desde arquitectos hasta ingenieros forestales, agrónomos...", asegura, "y lo que tenemos que hacer es sentarlos e mn una mesa y empezar a hacer planificaciones piloto, en los entornos de pequeñas poblaciones".

Está segura de que "aunando todos estos conocimientos es como se llega a una ordenación del monte sostenible". También entiende que en esta ecuación debe entenderse el terreno forestal como productivo y que implique su explotación: "Es un recurso que podemos aprovechar, no tiene sentido que planteemos un modelo idílico en el que no lo toquemos".

Hay, además, una última cuestión que cree que es importante dejar clara: "No es un problema de dinero". Desarrollar estos procesos "no implica inversiones millonarias", apunta, sino "voluntad política".