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Estrella Ramil: "El pueblo palestino enfrenta una humillación constante en su vida diaria desde hace décadas"

La activista feminista y por los derechos humanos cuenta de primera mano como se intensificó "la intimidación" desde los años 90

Estrella Ramil: "El pueblo palestino enfrenta una humillación constante en su vida diaria desde hace décadas"

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Lugo

Estrella Ramil es natural de Vilalba, en la provincia de Lugo. En los años 80 estudió filología semítica, y se especializó en árabe e islam, lo que le permitió visitar diferentes países. "En aquel momento éramos muy poca gente estudiando eso y nos daban becas para ir a otros lugares", cuenta.

A raíz de estos viajes terminó trabajando en la ONG Cooperación Internacional, en la que lleva más de 25 años participando en diferentes proyectos en cuatro continentes diferentes. A pesar de que hace años que no viaja a Palestina y se dedica a otras tareas en lugares como Mozambique, asegura que su corazón "está allí" y que es su "motor", especialmente en los últimos dos años, en los que Israel intensificó sus acciones para la ocupación.

"No es nuevo", apunta, sin embargo, Estrella Ramil, "sino que empezó hace casi ocho décadas sin que a comunidad internacional haya hecho nada", a pesar de "tener mucha responsabilidad, especialmente la Unión Europea, en lo que está pasando ahora". "Tenemos que ser la sociedad civil quien sale a pararlo todo", asegura a raíz de las movilizaciones que, tras la detención de la flotilla Summud, se han multiplicado.

Décadas de ocupación en primera persona

En el año 1991 la activista se encontraba en la Universidad de El Cairo haciendo un lectorado, y aprovechó para visitar a una amiga Palestina que había conocido durante la estancia de ambas en la Universidad de Granada. Estuvo durante un par de semanas con su familia y fue entonces cuando pudo comprobar en primera persona "la situación de apartheid que se vivía en Cisjordania, y sobre todo en Gaza".

Sus visitas a Palestina fueron desde entonces recurrentes. A partir del año 1996, cuando empezó a trabajar en Cooperación Internacional, acudía cada año para coordinar los proyectos de la ONG en la zona. Asegura que en aquel momento le "impresionó" la realidad de Gaza.

"Es importante entender que Gaza es una franja de tierra que por un lado tiene el mar y que está completamente cerrada por un muro con dos aperturas", explica, "que están controladas por el ejército israelí". Ella misma comprobó, en primera persona, "lo complicado que es entrar y salir de allí". Para los dos cosas había que pedir permiso, tanto para trabajar como para visitar a un familiar o amigo, "y podían dártelo o no", añade.

Narra como tanto si acudía a trabajar o a visitar a su amiga tenía que pasar "controles en todos lados" y, más específicamente, cómo en alguna ocasión estuvo retenida durante horas. Tiene todavía en la memora "la imagen de desplazar equipamiento médico a un hospital a Jerusalén y personas que iban a prestar atención sanitaria, y que nos dejasen cuatro o cinco horas sin dejarnos salir", de forma que no llegaron a tiempo.

Ya por aquel entonces, recuerda, "aunque la Autoridad Nacional Palestina tenía el poder civil y político, Israel ya controlaba en algunas zonas el recurso del agua". "Es una situación de humillación e intimidación constante en la vida cotidiana de los palestinos", asegura, y matiza que esta que describe era la realidad en los años 90: "Ahora es muchísimo peor".

El papel de la mujer en la resistencia palestina

"Una de las cosas que siempre me llamó la atención es la capacidad de aguante que tiene la población palestina", reflexiona la activista, que cree que "si tuviésemos que sufrir aquí una décima parte de lo que llevan ellos aguantando no lo resistiríamos". Esa "paciencia", el "aguantar constante de la humillación en la vida cotidiana" se conoce como "summud" y lo considera "una característica muy específica" que no reconoció "en ningún otro lugar".

Especialmente destaca el papel "principal" en la "resistencia y la lucha por la liberación de su tierra" de las mujeres, con diferentes funciones. Recuerda "el icono de la lucha palestina", Leila Jaled, que "en 1969 secuestró dos aviones para llamar la atención a la comunidad internacional sobre lo que estaba viviendo Palestina".

También considera esencial el trabajo de fotógrafas y periodistas que "sacan a la luz cuestiones que los hombres no pueden saber". Explica que las mujeres "no les cuentan a ellos cómo es tener la menstruación cuando no hay condiciones mínimas de higiene" o "la situación de violencia sexual que el ejército israelí comete contra ellas como arma de guerra". Considera que es "muy que haya mujeres periodistas porque sino no sabríamos estas cosas".

Llama la atención también sobre su papel como "defensoras de la vida". "Crían hijos para la resistencia y la supervivencia", señala, "si no fuese por ellas no habría ahora mismo pueblo palestino, porque guardan la cultura, la tradición". "Cuando les quitan las tierras y los cultivos vuelven a plantar árboles, son el sostén de la resistencia", añade.

La llave de la esperanza

Esta capacidad de persistencia y el esfuerzo por mantener viva la esperanza la ve en la amiga que conoció en Granada y en su familia. Cuando ella les visitó lo hizo en la casa en la que residían por aquel entonces, en el barrio de Beit Hanina, a diez kilómetros de Jerusalén. Sin embargo, ya habían tenido que abandonar su hogar en Belén, que "les arrebataron". La madre de su amiga todavía conservaba la llave, esperando volver: "Nunca podrán hacerlo".

"Esa familia ya esta ahora totalmente dispersa" cuenta Estrella Ramil. "Uno de los hermanos está en París, mi amiga está en Málaga, y tiene otra hermana en Jerusalén, porque aunque les quitaron la casa de Beit Hanina también, ella sigue allí resistiendo", continúa.

¿Qué podemos hacer?

"La situación es muy difícil", reflexiona la activista, a la que "todas estas soluciones de los dos estados" le dan "repelús". Considera que "es el pueblo palestino quien tiene que decidir qué futuro quiere, no tenemos que marcarlo las potencias europeas, porque volveríamos a caer en un modelo completamente colonial".

Ve, eso si, como "está cambiando el relato". "Hasta ahora el que imperaba era el de la propaganda israelí, el de los colonos", explica, "pero ya no". Por eso considera fundamental "que visibilicemos lo que está sucediendo".

Tiene claro que "somos los ciudadanos quienes estamos movilizándonos" y "dando pasitos", pero también que "hay que hacer mucho más". "Hay que dar información real sobre lo que está pasando y sobre todo que escalemos la presión social para que se produzca un aislamiento total de Israel", reflexiona, para que "la Unión Europea rompa la relación diplomática, comercial, armamentística, cultural, deportiva y de todo tipo". "No puede haber impunidad, porque lo que está pasando es muy grave", añade.

Además, a raíz de las recientes movilizaciones en contra del genocidio israelí, ve como se hace "evidente" que "tenemos que hacer luchas transversales". Cree que el futuro está en juntar "movimientos sociales de diferente índole, el feminista, el ecologista, el obrero... y lo estamos viendo en la respuesta que damos a Palestina". "No podemos ser activismos sectarios, sino que debemos juntarnos y luchar de forma interseccional, este es el futuro", concluye.

 

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