La mirada de Jorn Lucas: Santa Margarita
El periodista neerlandés nos da su visión sobre el pulmón de la ciudad

A Coruña
El Parque de Santa Margarita es uno de mis lugares favoritos para dar un paseo corto con la perra. Es un parque pequeño y bonito, con caminos agradables, árboles grandes y unas vistas preciosas de la ciudad —incluida la Torre de Hércules— y de la ría, hasta Seixo Branco.
En verano, o simplemente cuando hace buen tiempo, el ambiente se vuelve especial cuando las mesas y bancos se llenan de familias que celebran cumpleaños, y de mayores que charlan o juegan tranquilamente.
En esos días se te olvida casi que estás en una ciudad grande. Justo para eso sirven los parques, si me preguntan a mí.
Hasta que miras bien, por debajo de los árboles y entre los arbustos. Porque ahí te encuentras con uno de los problemas que suelen tener las ciudades. Personas sin hogar que, por necesidad, convirtieron el parque en su lugar de vida.
Me pregunto por qué acabaron allí, de dónde vienen, qué historias llevan consigo y si no preferirían estar en un centro de acogida. En realidad, debería preguntarles directamente.
Y aunque me entristece profundamente ver a esas personas, también creo que un parque urbano no debería de ser un albergue improvisado. Igual que un portal tampoco lo puede ser. Porque todo el mundo merece un techo de verdad, no una mesa de madera ni una caja de cartón.
Se les podría sacar del parque con medidas sencillas y algo de mano dura. Pero las soluciones simples pocas veces son eficaces a largo plazo. Porque, ¿qué se resuelve con eso? Que el parque quede “libre de personas sin hogar”, ya - pero, ¿a dónde irían después?
En mi opinión, se les debería de acogerlos y, de alguna manera, integrarlos en actividades útiles. Siempre hay algo que hacer. Y, una vez hecho eso, tal vez sí poner una verja y cerrar el parque por la noche.
Mientras tanto, el Parque de Santa Margarita sigue siendo —con o sin personas sin hogar— uno de los rincones más bonitos de la ciudad.




