La teoría del 3, El Sadar y las victorias imposibles

Vigo

Domingo 4 de febrero de 2024. El Celta de Rafa Benítez volvía a las andadas clasificatorias y estaba bastante necesitado de algún resultado positivo. Después de empezar tras el parón navideño con victoria en casa contra el Betis, los celestes habían empatado en Mallorca y perdieron en casa dos seguidos contra Real Sociedad y Girona. En medio, la Copa del Rey con alegría contra Amorebieta y Valencia, y tristeza por perder los cuartos de final en Balaídos contra la Real Sociedad. Ese domingo 4 de febrero los celestes necesitaban la victoria, pero todavía más su técnico por la mala racha y el pinchazo de las expectativas de su proyecto. Pocos daban un duro por la victoria del Celta en El Sadar ante Osasuna y esta se produjo de una forma muy curiosa. El balón fue totalmente del equipo rojillo, que tuvo un 70% de posesión. El protagonista celeste fue Guaita con sus paradas que evitaron que los locales se adelantaran en el marcador. Hasta 18 disparos a portería hizo Osasuna. En los primeros 24 minutos los de Lisci fueron una apisonadora.

Pero llegó el minuto 25, en la primera vez que los de Benítez asomaron por el área osasunista y Strand Larsen marcaba el primero con asistencia de Luca de la Torre.

Cuando todavía se estaban recuperando los rojillos del golpe al mentón, solo un minuto después, los celestes lograban el 0-2 con un gol de Luca de la Torre. Fue su mejor partido en mucho tiempo y sirvió para reivindicarse. Dos llegadas del Celta y dos goles. Ver para creer el resultado.

En la segunda parte siguió el dominio local, cargando el área de Guaita. Los celestes intentaron defenderse con orden sin apenas inquietar la portería de Sergio Herrera. Y cuando el partido estaba a punto de languidecer, Jailson se descuelga por banda y recibe un pase al hueco. Se va como un extremo y asiste perfectamente a Douvikas, que marca el 0-3. El Celta lograba dejar su portería a cero, una victoria balsámica y un porcentaje altísimo de acierto: 5 disparos a puerta y 3 goles.

Este domingo 26 de octubre el Celta de Claudio Giráldez se apuntó a la teoría del 3. El Celta llegaba en puestos de descenso después de la victoria de la Real Sociedad. El empate de Girona y Oviedo ponía a los de Giráldez empatados a puntos con el colista. No había ganado ni un partido en lo que iba de Liga y no había sido capaz de marcar más de un gol en los 9 partidos disputados. La puesta en escena de Osasuna fue similar. Los locales tuvieron el 62% de posesión y, en los primeros 25 minutos, Radu evitó en dos ocasiones el gol osasunista.

También hubo varios disparos de Moi Gómez, Víctor Muñoz, Rubén García y Budimir que se fueron fuera por poco. 18 disparos recibió un débil Celta en este partido de El Sadar. Solo 5 disparos realizaron los de Giráldez entre los tres palos. Los visitantes acabaron ganando el partido con ese 3 de 5 en tiros de campo. El Celta no era capaz de cruzar apenas el centro del campo, sufría mucho atrás por pérdidas absurdas y solamente encontraba una forma de intentar atacar: balones en largo a Borja Iglesias para que jugase de espalda.

Y llega el minuto 25. Otra vez el minuto 25. El Panda viene a descargar de espaldas a campo propio, y se inventa una media vuelta y una asistencia que habilita a Jutglá en carrera. El catalán se olvidó de su nefasta racha y se acordó del instinto goleador de antaño. Ante uno de los porteros más altos de la Liga, se inventó una vaselina perfecta para poner el 0-1. Un minuto después, como hace dos años, el Celta tuvo el 0-2, pero el disparo de Jutglá se fue fuera por poco.

Pero volvió el Celta frágil y cándido en defensa. Manu Fernández se despista en la marca de Budimir y la agarra en carrera. Penalti claro y empata Osasuna. Era otro partido y, como el año pasado, el Celta encajó el descuento de la primera parte. Budimir remata solo en el primer palo y le da la vuelta al partido.

Ahí comenzaron las dudas, los miedos y la ansiedad de un Celta que se veía por detrás en el marcador y muy inferior al rival en el planteamiento y en el verde. La estadística era complicada de romper para voltear la situación. Pero ahí apareció la teoría del tres. Le costó hacer los cambios a Giráldez y el equipo de Lisci estaba cómodo conservando el balón y pausando el ritmo del partido.

Hasta que, en un córner, Sotelo puso el balón en el primer palo que Borja convirtió en asistencia a Jutglá. Segundo gol del catalán en el mismo partido. Un estreno goleador balsámico para un fichaje que no había encontrado buenas sensaciones de cara al gol. Y también apareció, como en aquel partido con Benítez, la diosa fortuna. Un aliado necesario en momentos de zozobra en la navegación. Budimir se disfrazó de Panenka. Quiso lucirse en su segundo penalti, pero golpeó muy por abajo el balón que se liftó demasiado y se fue arriba tras impactar en el palo.

A pocos minutos del final, como en febrero de 2024, Iago Aspas viene a recibir y se inventa un pase medido a Pablo Durán. Iago era Jailson y Durán se vistió de Douviñas. El de Tomiño, que había logrado estrenarse el domingo pasado contra la Real, se fue por velocidad y marcó el 2-3 cuando el partido moría. Nadie se esperaba ese desenlace. Pero siempre hay una primera vez.

Los de Giráldez lograban su primera victoria, su primer partido con más de un gol, el primer doblete de Jutglá y tres nuevas asistencias de los viejos rockeros: 2 de Borja y 1 de Aspas.

Es la teoría del 3 en Pamplona. Como lo fue también en la temporada 2000-2001 en la primera jornada de Liga. Se estrenaba en El Sadar el Celta de Víctor Fernández contra el Osasuna de Lotina y lograba ganar por 0-3. Catanha se encontraba con el gol, Sergio Fernández marcaba el sorpresivo y el croata Zvonimir Boban dejaba la primera nota de calidad con una asistencia de otra galaxia a Jesuli para el 0-3. En los momentos de zozobra, de dudas, de ansiedad, de nervios, la teoría del tres siempre o casi siempre funciona en Pamplona. A Benítez y Giráldez, sí. Cuando menos te lo esperas, el Celta se aparece en El Sadar si gritas tres veces Pamplona delante del espejo. Es la teoría del tres.