Una mancha de sangre, clave para desmentir la primera versión del acusado por el crimen de Coia

Una mancha de sangre en el interior del marco de la puerta de su domicilio fue la pista crucial que permitió a la Policía "desmontar" la primera versión de los hechos ofrecida por J. L. M.C., el acusado por el crimen ocurrido en el barrio vigués de Coia en abril del año pasado. J. L. M.C. se enfrenta a una petición de casi 22 años de cárcel por asesinato y tenencia ilícita de armas en el juicio con jurado que se celebra en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, en Vigo.

En la jornada de este martes declararon los agentes de Policía que acudieron la noche del 6 de abril. Los testimonios coincidieron en describir la escena: la víctima yacía en el suelo, cerca de la vivienda del acusado, rodeada de sangre. Junto al cuerpo se encontraron una barra de hierro y una cadena gruesa, y más cerca de la puerta del acusado, un machete de grandes dimensiones con el lema 'Terror Team' pintado en la hoja.

La versión inicial que "no coincidía"

Al ser interrogado inicialmente, el acusado manifestó que había escuchado un ruido, y al salir, vio a la víctima armada con un machete discutiendo con un joven que portaba una escopeta recortada. Según su primer relato, cerró la puerta, escuchó dos disparos y, al abrir de nuevo, encontró al fallecido en el suelo.

Sin embargo, los agentes se percataron de dos detalles que contradecían esta explicación:

• Manchas de sangre en una mano del acusado
• Sangre en la parte interior del marco de la puerta de su casa

"Si hubiera tenido la puerta cerrada cuando se produjeron los disparos, como él dijo, la sangre no podría llegar ahí", manifestaron los policías en la sala. Estos indicios, sumados al estado de nerviosismo de J. L. M.C. y el hecho de que "fue cambiando su versión de los hechos", llevaron a su inmediata detención por "sospechas fundadas".

Confesión y el arma oculta

Tras la detención, la situación dio un giro. Cuando los agentes acompañaron al acusado a su dormitorio para recoger una medicación, este acabó confesando haber sido el autor de los disparos. En ese momento, entregó la escopeta utilizada, la cual había ocultado bajo el colchón de su cama.

J. L. M.C. reconoció que la víctima, a quien conocía, había acudido a su casa armada con el machete, la barra y la cadena, y que "temió por su vida y la de su madre", que se encontraba en el domicilio.

Los testigos policiales explicaron que el acusado relató una discusión, tras la cual, y sintiendo miedo por las armas, realizó un "primer disparo intimidatorio" con un cartucho de sal, seguido de un segundo disparo que impactó en el rostro de la víctima y le causó la muerte.