Cosmética natural y greenwashing: lo que realmente debes saber antes de comprar
La farmacéutica Blanca González nos da sus consejos en La Rebotica para comprar con criterio

La Rebotica: Cosmética natural y greenwashing
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A Coruña
A la hora de elegir una crema, un sérum o un champú, cada vez nos encontramos más etiquetas que prometen naturalidad, sostenibilidad y respeto por el planeta. Son palabras atractivas que generan confianza, pero pocas veces nos detenemos a analizar qué significan realmente.
La tendencia hacia la cosmética natural responde tanto al interés por cuidar la piel como a la preocupación por el medio ambiente. Sin embargo, esta corriente convive con un fenómeno cada vez más presente en el mercado: el greenwashing, o “lavado verde”.
Para aclarar conceptos y desmontar mitos, contamos con la aportación de la farmacéutica Blanca González.
Qué significa realmente “natural” en cosmética
Aunque asociamos el término “natural” a productos saludables y respetuosos con el entorno, la realidad es que no existe una regulación estricta que determine cuándo un cosmético puede denominarse así. Esto permite que muchas marcas utilicen la palabra por motivos puramente comerciales.
Es habitual encontrar envases con colores verdes, imágenes vegetales o mensajes llamativos que destacan un ingrediente natural, aunque su presencia en el producto sea mínima. El resultado es un impacto visual que invita a pensar que estamos ante un cosmético más sostenible de lo que realmente es.
Greenwashing: cuando lo verde solo está en la apariencia
El greenwashing consiste en presentar un producto como ecológico o sostenible sin que lo sea. Según explica Blanca González, algunas marcas recurren a envases que parecen reciclados, mensajes centrados en lo que el cosmético no contiene o listados de ingredientes naturales poco relevantes en su fórmula.
Cuando un producto se promociona más por lo que evita que por lo que realmente ofrece, conviene desconfiar. El objetivo es generar una percepción positiva, incluso cuando el impacto ambiental del cosmético no es favorable.
Lo natural no siempre es sostenible
Una de las creencias más extendidas es que lo natural siempre beneficia al planeta. Sin embargo, muchos ingredientes de origen vegetal requieren grandes recursos para su obtención.
El aceite de palma es un ejemplo claro. Aunque es un ingrediente natural utilizado en cosmética por su contenido en ácidos grasos, su producción tradicional implica deforestación, consumo excesivo de agua y un impacto significativo en los ecosistemas.
La alternativa actual, basada en procesos biotecnológicos, permite obtener los mismos compuestos con menor uso de recursos y menos residuos. Es una muestra de que lo natural no siempre es lo más sostenible y que lo sintético o biotecnológico puede ser ambientalmente preferible.
La piel no distingue entre un activo natural o sintético
Otro mito habitual es creer que los ingredientes naturales son mejor tolerados por la piel. Pero la farmacéutica aclara que la piel reconoce moléculas, no orígenes. La vitamina C, por ejemplo, es idéntica provenga de una naranja ecológica o de un laboratorio.
Además, muchos de los alérgenos más comunes proceden de elementos naturales como el polen, los ácaros o el pelo de animales. La naturalidad no garantiza una menor reacción.
Más allá de los ingredientes: envase, procesos y uso del agua
La sostenibilidad de un cosmético se mide en todo su ciclo de vida. No basta con que un ingrediente sea vegetal. También influyen la procedencia y el método de extracción, la forma de producción, el material del envase y la facilidad para reciclarlo. En los últimos años también ha aumentado el interés por fórmulas sólidas o con menor uso de agua, que reducen el impacto ambiental.
Ser más críticos y no dejarnos llevar por el marketing
Como señala Blanca González, es importante analizar los cosméticos más allá de su apariencia. La clave está en elegir productos eficaces, seguros y fabricados con criterios reales de sostenibilidad, evitando dejarnos influir por términos que pueden resultar engañosos.
Ante la duda, la recomendación siempre es consultar con un profesional, que podrá orientar tanto según las necesidades de la piel como en función de las convicciones personales del consumidor.




