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Cómo los algoritmos de las redes sociales moldean nuestra visión del mundo: el caso de Twitter (X) y la polarización

Lo hablamos en Curiociencia con Marcos Pérez Maldonado

Curiociencia: Los algoritmos

Curiociencia: Los algoritmos

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A Coruña

En Curiociencia, abrimos una ventana a uno de los debates más urgentes de la era digital: cómo los algoritmos de las redes sociales influyen en lo que vemos, pensamos y sentimos. Y, lo más inquietante, cómo pueden condicionar incluso nuestra posición política sin que seamos plenamente conscientes de ello. Un nuevo estudio centrado en Twitter, ahora X, vuelve a encender la alerta sobre la relación entre inteligencia artificial y polarización social.

Para analizarlo con claridad y sin tecnicismos, contamos con el divulgador Marcos Pérez, que nos ayuda a descifrar un fenómeno que afecta ya a millones de personas en su día a día.

Un estudio que logra sortear el filtro de las plataformas

Hasta ahora, los estudios sobre polarización en redes solían contar con la colaboración de las propias plataformas, lo que hacía que sus resultados fueran poco concluyentes. Esta nueva investigación aporta un giro decisivo: por primera vez, Twitter/X no sabía que estaba siendo analizada.

El equipo investigador consiguió acceder directamente al flujo de contenidos de la red social sin alertar al sistema, lo que permitió estudiar durante diez días a más de 1.200 participantes. Los contenidos que recibían estaban medidos según su grado de polarización y, además, cada persona realizaba encuestas diarias sobre su estado emocional y su percepción de quienes pensaban distinto.

El resultado fue contundente: los contenidos de Twitter generan un importante aumento de la polarización emocional y social.

De la intuición a la evidencia científica

La idea de que Twitter era un espacio especialmente polarizante parecía evidente desde hace años. Sin embargo, este estudio permite cuantificar el impacto real. Los investigadores detectaron que los usuarios expuestos a contenidos polarizantes mostraban alteraciones en su estado de ánimo y una creciente distancia emocional hacia personas con opiniones diferentes.

Por primera vez, se demuestra con datos precisos cómo el consumo continuado de contenido extremo afecta a nuestra capacidad para convivir con la diversidad ideológica, algo que históricamente formaba parte de la vida cotidiana y que parece deteriorarse en la última década.

Por qué el algoritmo favorece el contenido polarizante

No se trata de una conspiración ni de una intención política oculta. El algoritmo de Twitter funciona según una lógica muy simple: mantener al usuario conectado el máximo tiempo posible. En los primeros años de las redes sociales, cada persona veía únicamente las publicaciones de aquellos a quienes seguía. Esto hacía que, tras revisar las novedades, muchos se desconectasen.

Los algoritmos descubrieron que los contenidos polarizantes generan emociones fuertes: enfado, tristeza, sorpresa, indignación. Y esas emociones mantienen al usuario enganchado. Cuanto más tiempo pasa en la plataforma, más rentable resulta para la empresa.

En consecuencia, el sistema da prioridad a aquello que más nos altera, no a lo que más nos informa.

El fenómeno adictivo: sabemos que nos perjudica, pero seguimos dentro

Esta dinámica abre un interrogante inquietante: si las redes sociales generan malestar emocional, ¿por qué seguimos utilizándolas masivamente?

La respuesta está en su mecanismo adictivo. Los estímulos intensos liberan dopamina, y la plataforma ofrece un suministro prácticamente infinito de contenido diseñado para activar esas emociones. Cada interacción refuerza el hábito y nos empuja a volver una y otra vez.

Salir del ciclo requiere consciencia y voluntad, algo cada vez más difícil cuando el entorno digital está pensado para captar nuestra atención de forma constante.

Cómo protegernos de la polarización algorítmica

Marcos Pérez insiste en la importancia de reconocer los efectos emocionales que producen las redes sociales. Si un usuario siente que aumenta su irritabilidad o su tristeza mientras navega, conviene recordar que detrás hay un sistema que amplifica deliberadamente esas emociones.

Poner límites de uso, desconectar cuando sea necesario y, sobre todo, combinar la información de redes con otras fuentes más pausadas —radio, prensa, telediarios y conversaciones cotidianas— ayuda a recuperar una visión más equilibrada de la realidad.

Comprender el algoritmo para recuperar el control

Este estudio marca un punto de inflexión al demostrar con evidencia sólida que Twitter/X no es un espacio neutral: moldea nuestras emociones, influye en nuestras percepciones y afecta a nuestra convivencia social.

Entender cómo funciona el algoritmo es el primer paso para no caer en su dinámica polarizante. Desde Curiociencia, seguiremos analizando con Marcos Pérez cómo la tecnología transforma nuestra vida y cómo podemos usarla de forma más consciente.

 

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