Resfriado, gripe y covid: en qué se parecen, en qué se diferencian

A Coruña

Estamos en plena ola de gripe en A Coruña, que este año parece haberse adelantado, con vacunaciones masivas para intentar controlarla. Tenemos alrededor muchas toses, fiebres, mocos, estornudos... síntomas que pueden presentar de forma similar varias enfermedades como la gripe, la covid-19 y el resfriado.

Tanto la gripe, la covid-19 como el resfriado o catarro común son infecciones provocadas por virus. El de la gripe es el virus de la influenza tipos A y B, que afecta a todas las vías respiratorias; la covid-19 la causa el coronavirus SARS-CoV-2, que se transmite de forma similar al virus de la gripe y también afecta a vías respiratorias superiores e inferiores, y el resfriado lo provoca un rinovirus, y en este caso afecta sobre todo a las vías aéreas superiores (nariz, boca, laringe y faringe). Todos estos virus presentan gran variabilidad de una temporada a otra, por eso tenemos que volver a vacunarnos cada año y no nos sirve la última vacuna. En general, los síntomas del resfriado, aunque parecidos a los de la gripe y la covid-19, son más leves y suelen desaparecer antes. La gripe y la covid-19 son más peligrosas y puede desencadenar enfermedades más serias como una neumonía. La gripe suele aparecer antes desde el momento del contagio y no suele provocar pérdida de gusto y olfato, aunque si queremos estar seguros de qué virus tenemos lo mejor es hacerse un test.

No sirven los antibióticos

Al ser enfermedades provocadas por virus, lo que está claro es que para tratarlas no nos va a servir tomar antibióticos, ya que solo son útiles frente a infecciones de bacterias.

Aunque en ocasiones pueden aparecer infecciones bacterianas asociadas para las que sí son efectivos los antibióticos. Pero como siempre esto tiene que decidirlo un médico. Nunca debemos tomar antibióticos por iniciativa propia. La mejor manera de prevenir la gripe y la covid-19 es la vacunación masiva hasta alcanzar lo que se conoce como inmunidad de grupo o de rebaño, que interrumpe la transmisión del agente infeccioso y la enfermedad no puede propagarse con facilidad dentro de una comunidad. Esta protección es especialmente importante para las personas que no pueden vacunarse, como los bebés o las personas con sistemas inmunológicos debilitados.

El umbral de la inmunidad de grupo, el mínimo de personas inmunes que se requiere para que transmisión de la enfermedad se frene, depende de la capacidad de contagio del agente infeccioso. Por ejemplo, en el caso del sarampión, con mucha capacidad de infección, un solo infectado puede contagiar a entre 12 y 18 personas, lo requiere que esté vacunada el 95 % de una población para contenerlo.

¿Qué papel juega el frío realmente a la hora de contraerlas?

Esto es algo que ya a medidos del siglo XX distintas investigaciones intentaron dilucidar con estudios bastante extremos para las personas involucradas e incluso divertidos vistos desde fuera. En la mayoría de ellos, se reclutaba a cientos de personas y se las exponía a las secrecións de mucosas de gente enferma para después separarlas en dos grupos. Uno estaba en condiciones agradables de temperatura y a los integrantes del otro les mojaban la cabeza, los hacía pasear con ropas húmedas o sin ropa en ambientes fríos… A partir de estos estudios concluyeron que es más importante la higiene que la temperatura externa. Pero investigaciones más recientes y específicas determinaron que las temperaturas bajas también hacen que las defensas de nuestro organismo pierdan efectividad, volviéndonos más susceptibles a contraer infecciones o acelerando cualquier infección adormecida que ya tengamos.

También las bajas temperaturas hace que los virus estén más activos. De hecho la temporada de gripe se alterna entre los inviernos de cada hemisferio de la Tierra, en el hemisferio sur, de mayo a octubre, y en el hemisferio norte, de octubre a mayo.

Virus y lugares cerrados

Eso también ayuda a la expansión de enfermedades víricas como las que estamos hablando. Aunque hay que tener en cuenta que cuando contagiamos más es los primeros días siguientes al contacto con el virus, cuando todavía no solemos tener síntomas. Una vez que empezamos a tener muchos mocos y estornudos es cuando la infección suele estar controlada por nuestro sistema inmunitario.