La mirada de Jorn Lucas: Drama Santa Margarita

A Coruña

Un precioso día de diciembre, con temperaturas que parecían más a la primavera, terminó el pasado sábado en un drama. Al menos, en el Parque de Santa Margarita.

Porque ese joven italiano en La Caracola de Punta Herminia tuvo un auténtico ángel de la guarda cuando una ola le arrastró al mar. Una historia que da miedo, si me lo preguntan a mi. Aunque, para ser sincero, yo ni siquiera me atrevo a nadar en el mar, y mucho menos a acercarme demasiado al borde.

Pero lo del Parque de Santa Margarita, también da miedo.

Para mí ese parque es uno de los lugares más agradables de la ciudad. Ideal para pasear tranquilamente con la perra, con vistas preciosas sobre A Coruña. Es también el lugar donde, en enero de 2024, Teba Chacón me entrevistó para Hoy por Hoy en Radio Coruña Cadena SER. Un recuerdo bonito de una conversación agradable.

Una de las muchas cosas que dije entonces fue que, en mi opinión, las vallas del parque deberían cerrarse por la noche. Eso evita problemas —creo que fueron, más o menos, mis palabras textuales.

Y en octubre de este mismo año ya hablé sobre la situación en el parque. Lo que ocurrió el sábado pasado es exactamente lo que yo temía.

Mirando atrás, siempre creemos que lo sabemos todo mejor. Y decir que yo tenía razón, es lo último que me interesa. No sirve de nada para nadie, y menos aún para alguien que, en el fondo, todavía lleva poco tiempo viviendo aquí. Además, basta con leer la prensa local para encontrar numerosos ejemplos de problemas anteriores en el parque y en el barrio. Mi barrio.

En realidad, solo tengo un punto. Y es que me preocupan este tipo de evoluciones en la ciudad. Violencia, criminalidad, pobreza… todo eso forma parte de una gran ciudad. Pero cuando no hay control ni vigilancia, una ciudad entra en una espiral negativa. Y si hay algo que no deberíamos querer, es precisamente eso.

Pero esto no solo va sobre el parque. Va sobre la velocidad de los coches, sobre recoger la caca del perro, sobre dejar colchones y muebles en la calle. Puedes amenazar con las multas que quieres, pero si nadie controla, esto es un guirigay absoluto.