Sociedad

¿Y si toca y tú no jugaste? El FOMO detrás de la Lotería de Navidad

Una psicóloga analiza los componentes emocionales de participar en el sorteo de cada 22 de diciembre

2º Premio de la Loteria Nacional para las trabajadoras de Bimba y Lola Palencia / Lucía Burón Cabrero ICAL

Lugo

La lotería de Navidad tiene algo que hipnotiza. Cada 22 de diciembre, el país se paraliza como si no pasase nada más que no fuese el sorteo de la Lotería de Navidad.

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El sorteo de la Lotería de Navidad no es solo un juego: es un ritual colectivo que despierta emociones, conversaciones y recuerdos. Pero ¿por qué nos ilusiona tanto, incluso cuando sabemos que las probabilidades son mínimas? Jennifer Souto, psicóloga de cabecera de Hoy por Hoy Lugo, lo explica: “Cuando hablamos de lotería no pensamos desde la lógica matemática, sino desde la lógica emocional”, señala.

El cerebro no calcula probabilidades, se deja llevar por la ilusión y la esperanza de un cambio en nuestras vidas. Comprar un décimo no es solo apostar: es participar en una tradición que activa "emociones positivas y nos conecta con los demás".

Todos menos tú

De hecho, el miedo a quedarse fuera pesa más que el riesgo económico. “Preferimos perder 20 euros antes que ser los únicos que no participan si toca”, apunta Souto. Es el famoso FOMO, miedo a perderse algo, aplicado a un contexto muy español y muy navideño. Compartir décimos con familiares, amigos o compañeros refuerza vínculos y evita el escenario más temido: que todos celebren menos tú.

Además, la ilusión funciona como recompensa psicológica. “La dopamina se activa cuando imaginamos un futuro mejor, no cuando lo conseguimos”, explica la experta. Comprar un décimo nos permite fantasear: qué haríamos, a quién ayudaríamos… Pagamos por un sueño temporal, y el cerebro lo agradece.

El pensamiento mágico

Otro fenómeno curioso del que nos habla al experta es el del pensamiento mágico. Creemos que un número “bonito” o ligado a una fecha especial tiene más posibilidades, aunque matemáticamente todos sean iguales. “Nuestro cerebro busca patrones donde no los hay”, añade Souto.

¿Y qué pasa con los recuerdos? Aquí entra el sesgo de disponibilidad: recordamos lo extraordinario, no lo frecuente. “Las historias llamativas se quedan grabadas”, dice la psicóloga. Como la del amigo que dejó de comprar en su bar habitual y ese año tocó el Gordo allí. Relatos así, casi cinematográficos, alimentan la ilusión colectiva.

Aunque la mayoría no gana grandes premios, esas narrativas del vecino afortunado sostienen la magia. “Yo siempre digo que la verdadera Marca España es la Lotería de Navidad. No hay nada que nos una más como país”, concluye Souto.

El sorteo reparte millones, sí. Pero sobre todo reparte emociones: esperanza, tradición y la sensación de que, por un día, todo puede ser realidad.

Sara Meijide

Redactora de Radio Lugo