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Opinión

El micromentario de Pepe Belmonte: 'Un murciano llamado Andrés de Claramonte'

Columna de opinión del catedrático de Literatura de la UMU para el programa Hoy por hoy Murcia

El micromentario de Pepe Belmonte: 'Un murciano llamado Andrés de Claramonte'

Murcia

Cuando menos se espera, salta la liebre. Pues resulta que El burlador de Sevilla, la conocida obra de Tirso de Molina, representada en 1617 en Córdoba e impresa en 1635, y que viene a ser el más claro antecedente del Don Juan Tenorio de Zorrilla, no fue escrita por el que venía considerándose como su verdadero autor, el monje mercedario Tirso de Molina, nacido en Madrid en 1579, sino por un murciano; un murciano llamado Andrés de Claramonte.

¿Qué quién es el tal Andrés de Claramonte? En realidad se sabe muy poco de su vida. Parece ser que nació hacia 1560 en la ciudad de Murcia, con lo que tendría unos 57 años cuando vio representar El condenado por desconfiado.

Fue dramaturgo –a la vista está– y también actor, como era costumbre en la época. Se sabe, además, que a la edad de 44 años casó con doña Beatriz de Castro en San Lorenzo de Valladolid.

Fue propietario de su propia compañía teatral que llegó a ser una de las doce autorizadas por el rey para poder actuar en Castilla. Entre sus obras más conocidas figura la titulada El valiente negro en Flandes en donde trató, tan tempranamente, el problema del racismo.

Aunque la obra y el talento del murciano Andrés de Claramonte fueron despreciados por eruditos como Menéndez y Pelayo, en estos últimos años, prestigiosos hispanistas lo han vuelto a poner en valor, hasta el punto de atribuirle la autoría de El burlador de Sevilla, una de las piezas más importantes del Siglo de Oro español, en donde figuran estos conocidos versos que salen de la mismísima boca del chuleta de don Juan:

“La muerte espero/ por la punta de esta espada./ Llegad a comprar mi vida,/ que ha de ser tan bien vendida/ como de todos comprada”.

A ver si ahora viniera el ‘cuñao’ de turno, le aplicara lo de la Ley de Memoria Histórica y arrojáramos sus libros y su buen nombre al cesto de la basura. Como si anduviésemos sobrados de talento en Murcia.

Pepe Belmonte