Greenpeace irrumpe en la sede de El Pozo para protestar por sus macrogranjas
El colectivo ecologistas pide a la empresa cárnica que no abra nuevas explotaciones ni amplíe las existentes
Una veintena de activistas de Greenpeace ha irrumpido esta mañana en la sede central que la empresa El Pozo tiene en Alhama de Murcia para exigir que la empresa apoye públicamente una moratoria a la ganadería industrial. La organización ha modificado uno de sus murales principales donde se leía “El Pozo por el medio ambiente” y ahora se puede leer: “El Pozo mata el medioambiente”. La organización ecologista considera que es la empresa cárnica "con las macrogranjas más contaminantes de España".
Con mensajes como #MacrogranjasNO, moratoria ¡YA!, activistas y escaladores de la organización han ocupado distintas zonas de las instalaciones y han solicitado una reunión para pedir a esta empresa que no abra nuevas macrogranjas – ni amplíe las existentes- y que desarrolle un plan de reducción del número de animales explotados, "como única forma eficaz de reducir el brutal impacto ambiental de la marca".
Greenpeace ha informado que la propia empresa manifestaba en 2018 que sus líneas de producción procesan un millón y medio de kilos de carne al día, "lo que supone un daño ambiental insostenible".
La organización ecologista indica que el número de cerdos en el país no para de crecer y ha añadido que en 2020 ya sobrepasaban los 32 millones "con un brutal crecimiento del 21,5% en sólo cinco años". Indica que la Comisión Europea ha llevado a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por incumplimiento de la Directiva de Nitratos, lo que podría terminar en una multa millonaria.
Greenpeace reclama establecer de inmediato una moratoria a la ganadería industrial de, al menos, cinco años: ni explotaciones nuevas ni ampliaciones de las existentes; desarrollar un plan para la reducción progresiva de la cabaña ganadera en intensivo hasta alcanzar un 50% menos en 2030 y fomentar y adoptar la “dieta de salud planetaria” que lleve a una reducción drástica del consumo de carne hasta alcanzar un máximo semanal de 300 gramos a la semana por persona, así como de los demás alimentos de origen animal