No somos dignos de ella

Cartagena

Leo en la prensa que el ayuntamiento ha colocado unas luces led en el Castillo de la Concepción y no puedo evitar que me lleven los diablos. Déjenme que me explique.

Era yo un niño cuando cayó en mis manos por primera vez una edición de la famosa Guía Michelín. Naturalmente busqué inmediatamente lo que decía de Cartagena y, en aquellos años 60, la autorizada guía francesa sólo destacaba una cosa de nuestra ciudad: el conjunto de castillos sobre la bahía.

Medio siglo después no he olvidado esa frase de la guía más famosa del mundo. Para ella —y entonces también para mí— el patrimonio más atractivo de nuestra ciudad era el conjunto de fortificaciones de nuestro puerto y es por eso por lo que me llevan los diablos, y si no, escuchen:

El castillo de los Moros fue cedido por el Ministerio de Hacienda al Ayuntamiento de Cartagena el 24 de septiembre de 1929. Cien años después el Ayuntamiento nada ha hecho por él y se encuentra en estado de franco deterioro.

El Castillo de la Atalaya fue traspasado al Ministerio de Hacienda en 1960, para pasar finalmente su posesión a nuestro Ayuntamiento, sin que, en estos más de 60 años, se le haya dado ningún uso o cuidado. Su deterioro es evidente y avanza a pasos agigantados

El Castillo de San Julián, por su parte, a pesar de ser un BIC y un patrimonio evidente de nuestra ciudad, fue cedido por el Ministerio de Defensa a Telefónica, empresa que, tras instalar en él antenas y maquinaria, lo ha dejado en el olvido, no le dispensa cuidado alguno y esto está dando lugar a que se deteriore rápidamente.

Y vamos a dejarlo aquí, porque si hablamos del estado de otros cuarteles, murallas, baluartes, baterías y fortificaciones, la sangre puede hervirnos a más de uno.

Es vergonzoso para nuestra ciudad y quienes la han gobernado que, uno de nuestros principales patrimonios, agonice tras siglos de abandono mientras otras ciudades —piensen simplemente en Cartagena de Indias, La Habana o San Juan de Puerto Rico, fundándose en su patrimonio militar, han logrado convertirse en polos de atracción turística internacional. Cartagena de Indias es, hoy día, por ejemplo, la ciudad más visitada de hispanoamérica.

Pronto volverán a celebrarse elecciones y todos volverán a prometer lo que siempre prometen y jamás cumplen y, mientras, el patrimonio de todos los cartageneros seguirá arruinándose entre el olvido y la indiferencia.

A veces siento que no somos dignos de esta ciudad.

Ni nosotros, ni desde luego ellos.

José Muelas.