No me gusta pensar Cartagena como una ciudad merendero
La Firma de José Muelas

La Firma de José Muelas 21/11/2022
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Cartagena
Cada vez que paseo por el centro de la ciudad mi sensación de que las terrazas de los bares se han adueñado del espacio público aumenta. Hay puntos en el centro de la ciudad donde los bancos públicos y el mobiliario urbano ya han sido absorbidos por las terrazas ocupadas por los propietarios de los bares.
Ahora leo en la prensa que hay tensión entre el ayuntamiento y los propietarios de los bares a cuenta de la instalación de barras para atender esa nueva costumbre del tardeo en Nochebuena. Desconozco la causa del problema aunque imagino los intereses en juego: conseguir la mayor cantidad de espacio público posible al menor precio (de un lado) y no ceder el espacio de todos para uso privado de otro; por enmedio el precio —el dinero siempre está en la base de estos conflictos— y todo ello sazonado con un ruidoso argumentario.
Es urgente que el mundo de las terrazas y los bares se regule debidamente a través de las ordenanzas pertinentes y que estas se hagan cumplir a rajatabla; no se puede estar en perenne tensión por las demandas de unos y la resistencia de otros, las reglas del juego deben quedar claras y cumplirse sin tener que estar debatiendo siempre las mismas cosas, pues es pertinente proteger tanto el legítimo ejercicio del comercio y el interés privado con el legítimo derecho de la población a disponer de los espacios y entornos públicos que resulten apropiados.
Si usted ha viajado por ciudades de otros países, como París por ejemplo, entenderá que los bares y terrazas forman parte del paisaje urbano y que de su aspecto depende que las calles de una ciudad sean bellas o presenten el aspecto de un merendero barato; porque no sólo los viales y espacios públicos son propiedad de todos, sino también el aspecto y el paisaje urbano.
Urge una ordenanza que cubra todos estos aspectos y que dé a nuestra ciudad las soluciones que demandan el sector privado y los intereses públicos.
No me gusta pensar Cartagena como una ciudad merendero.




