El micromentario de Pepe Belmonte: Contra Ballesta vivíamos mejor
Columna de opinión del catedrático de Literatura de la Universidad de Murcia (UMU) para Hoy por hoy Murcia

Micromentario de Pepe Belmonte. Hoy por Hoy Murcia 5 diciembre 2022
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Murcia
Se ha extendido el rumor de que la decoración navideña de la Gran Vía de Murcia, con los camellos yendo de un lado para otro, como los de la tómbola de la feria de septiembre, es un auténtico horror, un monumento al mal gusto y a lo cutre, al margen de esa figura mastodóntica de Papa Noel que, desde su atalaya de la terraza del Palacio de Almudí, amenaza con su puño a toda la amedrentada población murciana.
Esa es, al menos, la opinión que algunos han expresado a través de las redes sociales. Pero no faltan quienes aseguran que así, al menos, salimos en los telediarios, aunque sólo sea para difundir la polémica que se ha montado en Murcia entre partidarios y detractores de la controvertida ornamentación.
A nadie se le escapa que la derecha suspira por volver a la Glorieta y recuperar el cetro perdido, esa vara de alcalde que tanto parece quemar en las manos de quienes la ostentan. Y a nadie se le escapa, asimismo, que en la derecha, tanto en el PP como en Vox, hay verdaderos expertos en inventar bulos y en lanzar al personal a la calle, en contra del mandato de un alcalde socialista que, por lo que se ve, no termina de acoplarse a su puesto, como si lo suyo sólo fuera el sueño de una sombra, como aseguraba Píndaro a propósito de los seres humanos.
A poco que nos paremos a escuchar, veremos que, por todas partes, hay un creciente clamor popular, no tanto para que cambie el color de la alcaldía, sino para que las cosas vuelvan a la cotidianidad y los murcianos podamos seguir sumidos en nuestra eterna siesta, en nuestra cansera infinita.
Contra Ballesta vivíamos mejor. Con Ballesta todo era más previsible y normal, y con él en la alcaldía los huertanos, los que vivimos en las pedanías, volveríamos a las barricadas.
Decía Maquiavelo, al que tantas veces hemos de recurrir, que los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, puesto que todos pueden ver, pero muy pocos comprenden lo que ven




