De aquellos saltos, estos vuelos: Se cumplen cien años del primer planeamiento del autogiro de Juan de la Cierva
Los helicópteros son capaces de despegar y aterrizar en vertical, en gran parte, gracias a Juan de la Cierva, el murciano que inventó el autogiro, la aeronave con mando y despegue directo
Entrevista a Fernando de la Cierva. La Ventana de la Región de Murcia
Madrid
Este martes, 10 de enero, se cumplen cien años del primer vuelo del autogiro. Las pruebas oficiales se harían trece días después y el 31 de enero voló durante más de tres minutos, a más de veinticinco metros de altura.
Su creador fue Juan de la Cierva, hijo de un ministro conservador de la Restauración y de María Codorníu, de otra ilustre familia murciana.
Excelente estudiante, su adolescencia coincidió con los locos inicios de la aviación que, a principios del siglo XX, produjeron todo tipo de máquinas voladoras: dirigibles, globos, planeadores, aviones y unos incipientes helicópteros.
Con apenas 15 años, él y sus amigos José Barcala y Pablo Díaz decidieron construir un avión en el aérodromo de Cuatro Vientos, según Marcelino Sempere, profesor de historia de la aeronáutica en la UNED.
Era el BCD1 (Barcala, Cierva, Díaz), el primer avión fabricado en España, que voló gracias a que Mauvais, un piloto francés habitual de los aeródromos de Getafe y Cuatro Vientos, les prestó el motor de un avión siniestrado para poder volar el aeroplano.
El BCD1, apodado el cangrejo, fue el inicio de una extraordinaria serie de inventos aeronáuticos. Su gran oportunidad le llegó en 1919, durante la guerra de Marruecos.
España necesitaba aviones para la contienda pero durante la Primera Guerra Mundial no había aeronaves en venta, "entonces se organiza en España un concurso de aviación en el que De la Cierva presenta el primer trimotor de la historia, fabricado en la carpintería de Pablo Díaz y tan grande que para sacarlo del hangar tienen que derribar las paredes", relata Sempere.
En el segundo vuelo de pruebas, la nave se estrella y "decide entonces fabricar un avión que no se caiga nunca, cuya sustentación no dependa de la velocidad de traslación".
Inspirado en la caída de las semillas de arce o fresno, fabrica un avión sin alas y con dos rotores (unas palas giratorias) para que le den sustentación, es el autogiro.
De la Cierva fabricó varios prototipos, el C1, el C2, el C3 y el C4, en los que Emilio Herrera -gran científico y presidente del Gobierno de la República en el exilio- colaboró porque "además de científicos extraordinarios eran grandes amigos. Entre ellos no había prejuicios políticos", dice Sempere en una entrevista a EFE.
El murciano Juan de la Cierva patenta el autogiro en 1920 y el 9 de enero de 1923, el C4 logra hacer un circuito cerrado: despega, vuela y aterriza en el mismo sitio. Un hito que en La Ventana de la Región de Murcia recordamos con su nieto, Fernando de la Cierva, que recuerda que los elementos que hacen que hoy en día un helicóptero vuele los desarrolla Juan de la Cierva para su autogiro.
Este invento fue una revolución mundial pero la falta de tejido industrial en España obligó al ingeniero a buscar financiación y fundar fábricas en Gran Bretaña y Estados Unidos, aunque se reservó los derechos para España y regaló las licencias a los que fabricaron autogiros en nuestro país.
En 1928 su autogiro, pilotado por él mismo, cruzó el canal de la Mancha cubriendo un trayecto de más de mil kilómetros en un momento en que los helicópteros tenían su récord en los 1.500 metros.
Y en 1932 la Federación Aeronáutica Internacional le concede la Gran Medalla de Oro.
Pero en 1936, a petición del general Mola, De la Cierva intercede para contratar el Dragon Rapide que llevaría al general Franco de Canarias a Marruecos para iniciar el alzamiento militar que dio lugar a la Guerra Civil, razón por la que algunos se oponen, entre otras cosas, a que su nombre se una al del Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia.
El ingeniero murciano falleció en diciembre de 1936 en un accidente de avión, a bordo de un DC2 de la KLM.