Triana resucita en Cartagena

Cartagena

Los seguidores de Triana siguen siendo legión 4 décadas después de la inesperada y traumática desaparición del grupo tras el fallecimiento en accidente de tráfico de su vocalista y teclista, Jesús de la Rosa. Sabedores de que profesan una especie de religión basada en la armonía y la magia de este rock progresivo con raíces flamencas, los fans del grupo se congregan siempre que pueden para revivir esos maravillosos momentos que marcaron una juventud que ya empiezan a sentir lejana.

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La oportunidad de volver a unir sus mentes en torno a la excelsa creación del trio sevillano (compuesto, además por el baterista Juan José Palacios "Tele", también fallecido, y por el guitarrista Eduardo Rodríguez Rodway, que ha dado sus bendiciones a la función que ahora nos ocupa) permitió a cientos de personas disfrutar de un show de dos horas y veinte minutos en el Auditorio El Batel de Cartagena.

"Un nido en mi ventana" fue la pieza elegida para arrancar un concierto en el que llamaba la atención la exquisita fidelidad del sonido de la banda, con respecto a las interpretaciones y arreglos originales recogidos en los seis discos de estudio del trío.

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Por tanto, en este revivir de la esencia de Triana, se ha respetado escrupulosamente su espíritu, como ha certificado el único miembro vivo de la misma, el guitarrista Eduardo Rodríguez Rodway, que avaló en Sevilla con su presencia el primer concierto de la gira.

A lo largo del show, la interpretación vocal de los éxitos de Triana se la fueron alternando artistas que cuentan con una brillante trayectoria con carreras en solitario o en grupos: Shuarma, de Elefantes, el murciano Diego Martín, Nacho Campillo de Tam Tam Go y Manuel Escudero, que durante años militó, haciendo segundas voces, en Medina Azahara y ha liderado bandas de heavy.

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25 canciones, las esenciales de la banda, forman parte de este montaje, que se estrenó en Sevilla y girará por una veintena de ciudades españolas.

En escena, una potente banda con guitarra eléctrica, guitarra flamenca, bajo, teclados (fue prodigioso cómo se reproducía la peculiar sonoridad de las atmósferas creadas por Jesús de la Rosa), batería, y coros femeninos. A ellos se suma la figura de la bailaora flamenca Verónica Reverte, dando más categoría si cabe a un espectáculo grandioso.

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Con este montaje se restaura la memoria de un conjunto que fue precursor de muchas cosas, unos adelantados a su tiempo que emergieron en 1975, en los últimos momentos del franquismo, para abrir mediante la música una inmensa ventana de libertad, ya que supuso el exponente más claro de rock progresivo entroncado con música de raíz andaluza, dando origen a un estilo que aún sigue vigente.

A lo largo de espectáculo revisitaron piezas como “Señor Troncoso”, “Todo es de color”, “Hijos del agobio”, “Luminosa mañana”, “Una historia”, “Cae fina la lluvia”, “De una nana siendo niño”, “Corre”, “Desnuda la mañana” o “Qué voy a hacer con tu sonrisa”.

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La traca final del show estuvo reservada a grandes canciones (en realidad todas las del espectáculo lo son) como "Abre la puerta", "Tu frialdad", "Rumor", “Quiero contarte”, "Una noche de amor desesperada" y "El lago".