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Opinión

El micromentario de Pepe Belmonte: 'Teo se despide'

Columna de opinión del catedrático de Literatura de la UMU para el programa Hoy por hoy Murcia

El micromentario de Pepe Belmonte: 'Teo se despide'

Murcia

La noticia saltaba a los medios de comunicación hace unos días: el ciezano Teodoro García Egea, que no hace tanto estuvo en la cresta de la ola, entregaba su acta de diputado y abandonaba la política después de décadas dedicándose exclusivamente a ella.

“Tanta paz lleves, como descanso dejas”, pensamos muchos de los que conocimos y soportamos las formas tan particulares de este personaje que estuvo a punto, incluso, de destruir a su propio partido, conduciéndolo a las mayores derrotas electorales de su historia.

García Egea, hombre soberbio, vanidoso, engreído, un tanto fantoche y, sobre todo, petulante, es decir, convencido de sus propias cualidades al tiempo que desprecia la opinión de los demás, marcó toda una época en la política española, conduciendo a este noble oficio a sus cotas más bajas de popularidad.

Anunciaba que deja la política -por fin, querido Teo- para dedicarse al mundo de la docencia -pobres muchachos y muchachas que tengan que soportarlo- y a la investigación que, como dijo textualmente, practica desde que tiene uso de razón: es decir desde los siete u ocho años, que es la edad, según los expertos, en la que el llamado pensamiento mágico de los niños pasa a regirse por la lógica.

En resumidas cuentas, Teodoro García Egea lleva en el mundo de la investigación científica, en el campo de la ingeniería, que es su especialidad, desde su más tierna infancia, cuando aún cursaba Primaria, con lo que, a precoz, como a lanzar huesos de oliva, no hay humano que pueda con él.

García Egea, que era un experto en hacer milagros, sin haber leído a Maquiavelo -a Maquiavelo ni a ningún otro escritor- se ha comportado como el mejor discípulo del filósofo florentino. A la vista queda que desconoce por completo aquellas palabras en las que el autor de El príncipe avisaba de que “todos ven lo que aparentas, pero también advierten lo que eres”.

Pepe Belmonte