Cinco jugadoras del Alhama CF El Pozo que no formaron parte del comunicado emitido por el resto de la plantilla en el que se negaba cualquier comportamiento inapropiado de su entrenador, Juan Antonio «Randri» García, reflejan su «decepción» con el resto de compañeras y confirman haber visto «barbaridades», sufrido «vejaciones», sido «humilladas» o sentido «miedo». «Mundo Deportivo» y «El Periódico» informaron a inicios de esta semana de que el técnico se había dirigido supuestamente de manera sistemática con insultos y críticas hacia el físico y orientación sexual de las futbolistas, unos hechos agravados por el presunto envío por parte del preparador de una fotografía de contenido sexual a toda la plantilla. El club de la Liga F también respaldó a su entrenador y posteriormente lo hizo gran parte de la plantilla, aunque cinco futbolistas, en declaraciones remitidas a Europa Press y en las que prefieren guardar su anonimato, han denunciado la situación. Una de ellas confiesa haberse sentido durante su estancia en el equipo como en «una cárcel/dictadura» y que sabía «perfectamente que no era normal lo que pasaba». Esta futbolista apunta que, «obviamente», no podían denunciar nada «cuando tu acosador es tu jefe», al que ve también con mucha influencia en «todo el club y parte del pueblo». «Lo peor de todo esto está siendo la aceptación de la decepción que siento con mi entorno. Nunca pensé que podría vivir momentos tan bochornosos de falta de empatía y dignidad», asegura. Además, indica que ha tenido que «pasar por alto para sobrevivir este año» sus valores y principios, y deja claro que es «la primera que busca siempre la verdad desde la más absoluta verdad, calma, objetividad y respeto». «Cuando llegue el momento de contar testimonios seré la primera que condenará hechos que sean mentira, pero también la primera en alzar bien fuerte la voz para contar todas las barbaridades que he escuchado, sufrido y visto este año», asevera. Finalmente, esta futbolista cree que «lo único» que le anima a seguir es «el apoyo» que está recibiendo de «muchísima gente», mucha a la cual no conoce, y remarca que «sólo existe la verdad cuando se trata de hechos que vulneran derechos básicos». Otra de las afectadas asegura tener «mucho más apoyo» del que ha recibido por parte «de esa misma gente que ha llorado por los mismos motivos» que ella, y no esconde que cuando salieron las informaciones sintió «miedo» por desconocer «qué consecuencias» podría sufrir. «Me daba miedo que toda mi dedicación, el trabajo por el que tanto he luchado se viera truncado por una situación que ahora sé que es no es mi culpa», añade, subrayando que se ha puesto a todas las jugadoras «en una situación muy complicada todo el rato», no sólo «por este tipo de actitudes diariamente», si no porque últimamente se las ha tratado de «manipular y de sonsacar información». Por ello, critica que se haya «enfrentado» a las propias jugadores «como si se tratase de dos bandos», y que parezca que tengan «la culpa de todo». «No tengo nada de lo que defenderme, bastante me he callado», incide, opinando que el hecho de que el club haya «promovido la creación de dicho comunicado por parte de las jugadoras sólo corrobora la continua coacción que se vive aquí». Esta jugadora, a la que lo que pone «más nerviosa» es que «si no aceptas su verdad tampoco tienes a quien quejarte», confirma que han sufrido «insultos, vejaciones, faltas de respeto y menosprecio» y avisa de que «no es necesario que los abusos vayan en 20 direcciones». «Con que haya injusticia con tan solo una persona, es motivo más que suficiente», puntualiza. «Pero si todavía hay quien dice no es para tanto, era broma o que sensibles sois las mujeres», se equivoca y duele. El daño ya está hecho y el malestar que me produce el recordar una y otra vez todo lo que he sufrido y he vivido aquí me hace tristemente sentir la necesidad de que todo termine, eso sí, con algún amigo menos, pero con la verdad por delante, sentencia. Otra compañera no olvida que han vivido una situación «al límite de lo inimaginable» y que ya le habían advertido de «las rarezas o formas» de «Randri», detallando que personalmente «los primeros meses de la competición fueron los peores» y que «lo habitual» cuando llegas a un vestuario nuevo es que «se establezca un sentimiento de identidad». Sin embargo, «no querían» que las jugadoras se relacionasen, «ni mucho menos que se iniciaran relaciones amorosas por algún tipo de trauma del pasado». «Incluso llegó a citar que aquí no habíamos venido a ligar», agrega. Todo esto le hizo sentirse «señalada por prejuicios» y «devaluada como jugadora». «Empecé a pensar que quizás no sabía hacer lo que me pedían, o que ni siquiera lo intentaba», rememora. Así, se volvió «una situación más que habitual» que tras un partido se la dejara «en evidencia delante del grupo» pese a que esta pensaba haberlo hecho «bien». «Quizás no he sufrido comentarios tan denigrantes o sucios como mis compañeras, pero sí las he visto llorar por el trato recibido», resalta. Ahora, esta afectada, tras ver que «quizás por primera vez» notan el apoyo que les ha «faltado desde que todo esto empezó», quiere «hacer justicia». «Por las que lo pasaron mal, por las que lo vivimos y sentimos hoy, por las que lo iban a vivir si esto no hubiera salido, e incluso, por aquellas que aún no son capaces de verlo», declara, demandando que el profesionalismo en su deporte debe englobar «muchas más cosas que un sueldo mínimo o unas instalaciones» y centrarse más en aspectos como «las formas o las gestiones emocionales». «Es difícil expresar con palabras todo lo que he sentido desde que estoy en el Alhama. Todo lo que voy a expresar no es ni una cuarta parte de cómo me he sentido yo como deportista, como persona y sobre todo, como mujer», explica otra de las afectadas, que llegaba «asustada» a los entrenamientos por «el discurso» que se iba a encontrar del técnico y que ha llegado a «al punto de no querer jugar para pasar desapercibida». Esta futbolista manifiesta que la han «chillado, humillado, ridiculizado y faltado el respeto» y que lo ha tenido que sufrir «en silencio» y sólo junto a sus compañeras. También se ha sentido «coaccionada y condicionada a la hora de alzar la voz» porque no tenía a donde dirigirse por temor a tener «consecuencias». También habla de que las han «separado y dividido» y que «han creado bando ellos mismos». «Que el club haya informado a las jugadoras de dicho comunicado desde un principio es una prueba más de que nos condicionan continuamente porque era confidencial», argumenta, «decepcionada porque las personas con las que te apoyas en esos días tan complicados les ha faltado valentía, sororidad y valores» y porque estas «se han sentido igual o peor» que ella. «Me cansé de sentirme así y ahora sólo quiero hacer justicia con la verdad por delante», zanja. Finalmente, la quinta afectada por esta situación considera «muy complicado» explicar todo lo que ha vivido dentro del club, donde ha vivido «momentos incómodos» que la empujaban a «no querer jugar al fútbol». «El daño y malestar que nos ha creado esta situación y, que aún recordándolo me hace sentir, no va a desaparecer, pero me parecía importante visibilizarlo para que no le pasen a más chicas», concluye.