Los patinetes eléctricos, como Pedro por su casa
Escucha aquí el micromentario del catedrático de Literatura Pepe Belmonte

Micromentario de Pepe Belmonte. Hoy por Hoy Murcia 22 de enero
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Murcia
Tomás Moro, personaje que vivió entre los siglos XV y XVI, y que, por sus propios méritos, terminó por convertirse en santo, ya avisaba, por aquel tiempo, en uno de sus libros más conocidos, titulado Utopía, que la coacción, el castigo y, sobre todo, la pena de muerte no era el mejor de los modos para acabar con el crimen.
“Dios prohíbe matar”, proclamaba Santo Tomás, una y otra vez, dirigiéndose a los reyes de su época, abogando siempre por un orden social justo y equitativo. Por aquellos años, un ladrón pagaba con su propia vida el asalto a un domicilio ajeno, en el que ni siquiera había habido víctimas.
Vaya, pues, por delante que me uno a las ideas de este ilustre jurista, teólogo y filósofo que deberíamos leer con más frecuencia.
Pero a lo que vamos. Ha llegado el nuevo año y, que se sepa, ya se ha puesto en funcionamiento la nueva normativa municipal relacionada con los patinetes - ¡ay, los patinetes! -, esos instrumentos, casi diabólicos, que, como las flores en primavera, han proliferado de manera sorprendente en estos últimos años.
Sin embargo, con gran pesar, seguimos observando a diario, como una estampa habitual, a dos personas subidas a bordo -dos adultos o, en ocasiones, un adulto y un menor-, sin luces ni delante ni detrás, paseándose, como Pedro por su casa, por encima de las aceras, por direcciones prohibidas o por calles salón que admiten únicamente tránsito peatonal, con el consiguiente peligro de atropellos que conlleva.Y, por si todo ello fuera poco, van a una velocidad que supera con creces esos 25 kilómetros por hora de los que habla la normativa.
Aunque sé que, en este bendito país de nuestros pecados, como demuestra la Historia, que es maestra de la vida, solo funcionamos a base de palos, desde esta columna, abogo por la educación y por la pedagogía antes que por las sanciones y las multas que no hablan sino del afán recaudatorio y depredador de ciertos ayuntamientos.




