El micromentario de Pepe Belmonte: 'Nueva forma de matar'

Murcia

Se llamaba Kenneth Smith, tenía 58 años y desde 1988, por asesinar a una mujer, se encontraba en el “corredor de la muerte”, a la espera de su ejecución que, finalmente, se llevó a cabo el pasado jueves.

Lo novedoso no fue la ejecución en sí, circunstancia que en los Estados Unidos es el pan nuestro de cada día, sino el hecho de que fuera el primer reo, de los miles y miles ya ejecutados, que estrenaba un nuevo método de acabar con su vida.

El hombre fue atado a una camilla, se le colocó, fuertemente, una mascarilla facial para evitar que respirara oxígeno, y se le aplicó una nueva forma de matar más segura y limpia, pionera en el país: el nitrógeno líquido.

Como se ve, los estadounidenses han dejado constancia de que matan mejor que nadie, con más precisión que nadie, con más refinamiento que nadie en el mundo. Que están a la vanguardia en todo esto de acabar con la vida de otra persona, por mucho que fuera un asesino confeso.

Lo curioso del caso es que el propio Kenneth Smith, que ha tenido el dudoso honor de ser un pionero en esta nueva industria de la muerte, ya fue sometido, en 2022, a una inyección letal, pero los técnicos de turno no lograron encontrarle una vía intravenosa, con lo que el acto tuvo que aplazarse hasta el pasado jueves, aunque con otro método más perfeccionado que, sin embargo, permitió que el reo estuviera convulsionando y tirando de las ligaduras durante 22 eternos minutos, hasta que dejó de existir.

Como dicen que todo lo que hablamos o escribimos sobre los Estados Unidos lo graban a través de una sofisticada red de espionaje mundial, aprovecho la ocasión para mandarles desde aquí mi felicitación y mis saludos cordiales, y decirles, con toda la ironía del mundo, que, una vez más, se han cubierto de gloria.

Decía mi admirado Vizconde de Chateaubriand, que vio con sus propios ojos la Revolución Francesa, que la pena de muerte que aplican los estados no es sino un crimen legal.