El micromentario de Pepe Belmonte: 'La que manda, manda'

Murcia

¿Alguien tenía la menor duda sobre quién manda en el PP?

Los dimes y diretes sobre la figura de Paco Rabal, que ha tenido en vilo estos días no sólo a los murcianos, sino, también, a todo el mundo de la cultura a nivel nacional, los ha disipado, de un solo plumazo, Isabel Ayuso, la autoritaria e impertérrita presidenta de la Comunidad de Madrid, que ha tocado a rebato, arengando a su ejército y amonestando a los suyos de Alpedrete, con la consiguiente reacción de nuestro presidente autonómico, López Miras, que le daba la vuelta a la tortilla de un día para otro y salía, por fin, en defensa de este actor aguileño de fama mundial.

Por otra parte, la plana mayor del PP, con Feijoo y Cuca Gamarra a la cabeza, aseguran, y así lo han expresado ante los medios de comunicación de toda España, que Sánchez ha vendido a Illa, el ganador, por goleada, de las elecciones de Cataluña.

Dan por seguro que la presidencia de esta comunidad irá a parar a manos de Junts, a cambio de que éstos le aseguren la supervivencia a Sánchez en el parlamento español.

La teoría, después de todo, tampoco es demasiado descabellada y es un supuesto que podría darse en el mundo siempre disparatado de la política.

Lo auténticamente torticero es esa técnica, tan habitual en estos últimos años, del PP de lanzar piedras y esconder la mano, por si cuela. Crear, en suma, una inestabilidad que acabe con el enemigo por la vía rápida.

“El procés sigue vivo” -insisten una y otra vez, cuando, en realidad, el independentismo está más muerto que nunca, las aguas comienzan a volver a su cauce y todo parece normalizarse al fin, sin necesidad de haber aplicado el 155 ni haber sometido al pueblo catalán a los castigos del infierno, que era la propuesta alternativa del PP, que cada día entiende menos de lo que significa la palabra diálogo.

Decía Moshé Dayán, el conocido político y militar israelí que, quizá lo recuerden, llevaba un parche en uno de sus ojos, que cuando quieras la paz no hay que hablar con los amigos, sino con los enemigos. Doctrina que, ya de paso, también se podrían aplicar los actuales israelitas en esa matanza masiva que están llevando a cabo en Gaza.