Sara Barquinero: "En 'Los Escorpiones' he puesto mucho en juego de mi propia subjetividad"

Murcia

Una "novela de novelas", "la novela española de mayor ambición en los últimos años", "macronovela titánica", "un antes y un después en la literatura de su generación"... Estos son sólo algunos de ejemplos de los calificativos que está recogiendo Sara Barquinero por su novela Los Escorpiones, en la que a través de sus dos personajes, Sara y Thomas, bucea en el mundo de las teorías de la conspiración, los videojuegos, las sectas o los foros de internet que incitan al suicidio. "En épocas de desesperación, el misticismo es una salida fácil, y del misticismo a la conspiración hay un paso", dice la autora.

"Sara y Thomas creen que les une un misterio en torno a una teoría de la conspiración que me he inventado yo, pero lo que en realidad les une es una intensa soledad e incomprensión, incluso depresión", ha contado en 'La Ventana de la Región de Murcia' Sara Barquinero, antes de estar este viernes en Lorca, en la librería 'Futuro Imperfecto', donde presentará la novela desde las 20h.

Son 816 páginas divididas en cinco novelas o partes que van del thriller psicológico a la novela filosófica y a una crónica del delirio colectivo, que también pasa por otras épocas y otros países igualmente convulsos, de la Italia de los años 20, pasando por el sur profundo de Estados Unidos a finales de los setenta hasta llegar a la época actual en Madrid, Barcelona, Bilbao, un pueblo perdido de la España Rural y Nueva York.

Según Sara Barquinero, este libro siempre fue para ella "un proyecto grande, a nivel existencial": "Sabía que estaba poniendo mucho en juego de mi propia subjetividad y también de apuestas literarias que a mí me parecían interesantes". El resultado es una novela que ha sido elogiada por autores como Carlos Zanón, Nuria Labari, Andrés Barba, Elvira Navarro o Luna Miguel, y que se ha comparado con los trabajos de otros grandes referentes como David Foster Wallace, Don Delillo, Roberto Bolaño, Mariana Enríquez o Michel Houellebecq.