Sociedad

El beato lorquino Pedro Soler, será canonizado este domingo en Roma

Una delegación institucional encabeza la peregrinación a la Plaza de San Pedro del Vaticano Roma de unos 200 lorquinos para asistir a la canonización del franciscano del barrio de San Cristóbal de Lorca

El beato lorquino Pedro Soler, será canonizado este domingo en Roma. / Ayuntamiento de Lorca

Lorca

La Plaza de San Pedro del Vaticano será escenario este domingo del rito de canonización del beato lorquino Pedro Nolasco y compañeros mártires. Una delegación institucional encabezará la peregrinación a Roma de unos 200 lorquinos para asistir a la ceremonia que presidirá el Papa Francisco. “Es un hecho histórico, ya que se trata del primer santo lorquino. Se da la coincidencia de que hace casi un siglo se produjo otra peregrinación muy numerosa a Roma para participar en su beatificación”, ha afirmado este viernes el alcalde, Fulgencio Gil Jódar.

La peregrinación se iniciará en la madrugada de este sábado. Los lorquinos viajarán hasta Alicante. Allí, un vuelo les llevará hasta Roma. El obispo de la Diócesis de Cartagena, monseñor José Manuel Lorca Planes, y los párrocos de San Cristóbal, Régulo Ginés Cayuela Lozana; y de San Diego, Juan Pablo Palao García, participarán en la ceremonia que presidirá el Papa Francisco, a la que acudirá una delegación institucional del Ayuntamiento de Lorca encabezada por el alcalde, Fulgencio Gil Jódar, e integrada por la primera teniente de alcalde, María del Carmen Menduiña; y los ediles, Rosa María Medina Mínguez y José Luis Ruiz.

La noticia de que Lorca contará con un ‘hijo en los altares’ ha provocado una peregrinación a los lugares que formaron parte de la vida del lorquino. “La santificación de Pedro Soler trasciende fronteras. Sabemos de la importancia del turismo religioso en estos momentos. Va más allá de un destino. Es la inmersión en las tradiciones, los valores y la historia y será un motor económico para el barrio de San Cristóbal, para Lorca”, ha reconocido el alcalde.

La casa donde nació, en la calle Abellaneda; la iglesia de San Cristóbal, donde recibió las aguas bautismales y donde se custodia un cuadro y una reliquia del futuro santo; el convento e iglesia de San Diego, donde inició su formación; el convento de la Virgen de las Huertas, donde se encuentra una escultura del fraile; la iglesia de San Francisco, en cuyo retablo se colocó una talla del franciscano; y el Monasterio de Santa Ana y Santa María Magdalena de clarisas, donde se guarda el alba con el que cantó por primera vez misa y una reliquia del beato, serán lugares de visita obligada no sólo para los lorquinos, ha aportado Gil Jódar.

Pero, además, el imaginero alicantino Ramón Cuenca trabaja en una nueva talla para la iglesia de San Cristóbal, que está siendo financiada por cuestación popular y que está auspiciada por la Comisión Parroquial Canonización del Beato Pedro Soler. También se prevé la reedición del libro ‘Vida del beato Pedro Soler. Franciscano y mártir lorquino (1826-1860)’, de Pedro Riquelme Oliva, publicado en 1998. En el nuevo volumen se incluirá un capítulo especialmente dedicado a la canonización del franciscano.

El Beato Pedro Soler

Su nacimiento, el 28 de abril de 1827. El día en que fue bautizado en la iglesia de San Cristóbal, el 30 de abril de 1827. Y el ingreso y vida franciscana en Priego: el 16 de septiembre de 1856, ingresa en Priego; el 29 de septiembre, inicia el noviciado; el 30 de septiembre de 1857, profesión religiosa solemne; y en 1858, se hace diácono, sacerdote y canta su primera misa. La salida hacia Jerusalén se produce el 25 de enero de 1859. Y el martirio, en la medianoche del 9 al 10 de julio de 1860. La apertura del proceso de canonización fue el 17 de diciembre de 1886. Su beatificación, el 10 de octubre de 1926. Y la fiesta litúrgica es el 10 de julio. En breves fechas se sumará la celebración de su ‘subida a los altares’, este domingo.

El martirio del lorquino ocurría en la madrugada del 9 al 10 de julio de 1860. El relato está tomado de la carta del padre Ballester al cónsul de España en Turquía y de los que declararon en el proceso de beatificación. Por ellos, sabemos que el último en afrontar el martirio fue el beato lorquino. Viendo lo que aquella noche acontecía decidió refugiarse en la escuela. Tomó de la mano a un niño de doce años, José Massabky, hermano de Naame, e hijo de Mooti, maestro de la escuela parroquial franciscana, y a otro llamado Antonio Taclagi. Corrió a esconderlos, pero fueron divisados. Escondidos permanecieron horas. Finalmente, encontraron al padre Soler debajo de las escaleras que escondía tras de sí a uno de los pequeños.

Lo agarraron por el hábito y arrastraron su cuerpo hasta el centro del aula. En ese momento, sacando fuerzas de donde no tenía, gritó: ‘¡Viva Jesucristo!’. Le pidieron dinero, pero les dijo que no tenía nada. Y le invitaron a apostatar de su fe, insistiéndole que podía salvar la vida si renunciaba a su religión. Contestó que no. Que jamás cometería tal impiedad. Que era cristiano y prefería mil veces morir. Y se puso de rodillas e hizo la señal de la cruz, inclinando su cuello. Le asestaron una cuchillada con una cimitarra, cayendo boca abajo, rematando su martirio con crueles golpes en la cabeza y espalda. Y cortándole la cabeza.

En Roma los lorquinos asistirán a una vigilia de oración en la víspera de la canonización, este sábado, y a una misa de acción de gracias, al día siguiente de que el franciscano lorquino sea proclamado por el Papa Francisco santo.

 
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