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Opinión

'En el nombre de hoy', con José Miguel Rojo: ¿Nos vamos o nos quedamos?

Columna de opinión del politólogo y profesor de Ciencia Política y Opinión Pública de la UMU para el programa Hoy por hoy Murcia

En el nombre de hoy, con José Miguel Rojo: '¿Nos vamos o nos quedamos?'

Murcia

En el nombre de hoy, dieciocho de noviembre de dos mil veinticuatro, comenzamos esta columna que le toma prestado a Jaime Gil de Biedma uno de sus poemas más conocidos.

Como él, emprendo un ejercicio en pronombre primero del singular, indicativo. En un tiempo lleno de dudas y desconfianzas. Un tiempo en el que opinar se vuelve un ejercicio de alto riesgo.

Hoy me atrevo con una duda que a muchos nos ha asaltado esta semana ¿debemos seguir en X, antes Twitter, o es mejor dejar a Elon Musk solo con su fiesta ultra?

Un rico se compró una red social. Y nos sorprendemos. Olvidamos que siempre los medios de comunicación han sido empresas, con accionistas y fondos de inversión a los que contentar.

La gran diferencia es que en esos medios, la deontología profesional del periodista evitaba que la legítima línea editorial se convirtiera en obscena militancia partidista.

Elon Musk se compró una red social, según dijo, para acabar con la censura. Él vino a salvar al mundo de wokes y progres. Tarde descubrimos que todo está venta, también la opinión pública.

El poderoso algoritmo de X debía jugar a favor de Trump para lograr la vuelta del magnate a la Casa Blanca. Barra libre de contenidos. Se acabó la ley seca de los progresistas, preocupados por la intoxicación y la democracia.

Quien maneja el algoritmo maneja la conversación pública. El algoritmo que nos recomienda qué ver, a quién seguir, nos sirve con sutileza un plato de comida lleno de entretenimiento vacío, indignación y desinformación. Casi sin darnos cuenta, el algoritmo se convierte en el personaje rector de nuestras vidas. Eleva a la condición de periodista a quien no llega ni a ser opinador y viraliza las opiniones más polémicas porque nos generan reacciones emocionales que maximizan el tiempo que pasamos en la red.

Y ahora que hemos sido conscientes de que los ricos ganan en el país en el que antes de atenderte en urgencias te pregunta por tu solvencia financiera, nos indignamos y huimos a una nueva tierra prometida: bluesky. Allí podremos hacer como que no pasa nada. Tal vez haya menos bots, trolls, youtubers ultras y vídeos manipulados, estaremos más tranquilos en esa gran cámara de eco progresista. Se acabó el algoritmo tenebroso y larga vida al código abierto. Vuelve el microblog y todos seremos felices.

Pero el mundo seguirá por otro lado. Tu vecino, ese amigo del colegio que no entiendes cómo pero ahora es antivacunas o tu primo preocupado por las avionetas antilluvia no se van contigo. Incluso tus amigos, a los que apenas les importa la política y casi nunca opinan tampoco lo harán. No saben que ahora lo guay es bluesky. Y de vez en cuando seguirán entrando a X.

Nos habremos independizado de la realidad. Es posible que ese sea el objetivo, intentar hacer como que el mundo sigue siendo como nos imaginábamos. ¿Pero cómo combatir una realidad que desconocemos? Sí, en el cielo azul estaremos más cómodos, pero definitivamente nos habremos dado por vencidos. Solo nos queda aspirar a construir una realidad alternativa, mientras el mundo de verdad camina sin contrapesos hacia el abismo.

José Miguel Rojo