En el nombre de hoy, con José Miguel Rojo: 'Eurotensión'

Murcia

En el nombre de hoy, 19 de mayo, hablamos de Eurotensión. Y lo hacemos porque vivimos tiempos políticos excepcionales. Resulta difícil abstraerse de la batalla cultural si cada pequeño acontecimiento social se convierte en una magnífica oportunidad para imponer un relato o desgastar al oponente. Invertir 20 euros para que el televoto deslegitime la política exterior del gobierno o convertir el resultado de nuestro país en este festival en una cuestión de Estado. Ese es el nivel y en este contexto nos movemos.

Todo el mundo parece quejarse de que se politice hasta el más nimio aspecto de la vida social, pero pronto se cae en el cinismo de pensar que solo politizan los demás. Hay quien de repente se ha dado cuenta de que Eurovisión no es un simple concurso musical, sino un proyecto de inversión que sirve para blanquear a ciertos actores internacionales y para tejer y reproducir alianzas geoestratégicas. Una instrumentalización escandalosa de la bondad. Sí, la vida iba en serio y debajo de tanta purpurina había política. Tal vez lo que molesta es que al público le cuesta seguir fingiendo normalidad cómplice.

La pregunta que ahora muchos ciudadanos se hacen es si Eurovisión no ha muerto para siempre. Si debemos seguir haciendo como que no pasa nada. Si deberíamos seguir legitimando con nuestra presencia, y los millones de euros que acarrea, este festival que ya no es de la canción, sino del cante. Este sábado muchos eurofans se hicieron mayores y abrieron por fin los ojos. La música, los bailes acrobáticos, los efectos especiales y el atrezo encubren un equilibrio mundial cruel, un dolor que no hay tecno que acalle. Este descubrimiento es duro porque parece que ya nada queda a salvo de la polarización, que ya no podemos desconectar ni disfrutar, ¿pero cómo ser ajeno a todo lo que sucede a nuestro alrededor en tiempos tan excepcionales?

José Miguel Rojo