La ciencia también plancha: López Nicolás y su decálogo para cuidar la ropa con precisión térmica
Nuestro científico elabora un decálogo científico que transforma una tarea cotidiana como tender y planchar la ropa en una práctica eficiente, sostenible y respetuosa con los tejidos

MURCIA
En el Laboratorio de López Nicolás, nuestro científico ha elaborado un decálogo científico que transforma una tarea cotidiana como tender y planchar la ropa en una práctica eficiente, sostenible y respetuosa con los tejidos. Basado en principios de química, física y biología, este decálogo ofrece recomendaciones clave para optimizar el secado de la ropa y prolongar la vida útil de las prendas.

Laboratorio de López Nicolás y la ciencia del planchado
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Entre los consejos más destacados, López Nicolás recomienda el uso de pinzas de madera o plástico, ya que evitan la deformación de las fibras y no transfieren compuestos dañinos. Además, subraya la importancia de la ventilación: el aire en movimiento acelera la evaporación, mientras que los espacios cerrados y húmedos la ralentizan.
Este decálogo también advierte sobre los efectos del sol directo, que si bien acelera el secado, puede degradar los tejidos y los colores. Por ello, aconseja tender a la sombra o dar la vuelta a las prendas. La hora ideal para tender es entre las 10:00 y las 16:00 horas, cuando la temperatura y la radiación solar son más favorables.
Finalmente, desaconseja amontonar ropa, ya que reduce la superficie expuesta al aire y favorece la acumulación de humedad.
Este decálogo no solo mejora la eficiencia del secado, sino que también promueve prácticas más sostenibles y conscientes en el hogar.
La ciencia también plancha
Planchar la ropa puede parecer una tarea rutinaria, pero detrás de cada pasada de plancha hay principios de química, física, biología y hasta geometría. López Nicolás también revela cómo aplicar el conocimiento técnico para mejorar el planchado, proteger los tejidos y alargar la vida útil de las prendas.
Entre los aspectos más destacados, explica que cada tejido tiene su temperatura ideal: el algodón entre 150-200º, la seda a 110ºC y el poliéster a unos 120º. Aplicar más calor del necesario puede dañar las fibras, mientras que una temperatura insuficiente no elimina las arrugas.
El vapor, por su parte, actúa como un aliado que rehidrata las fibras y facilita su remodelación, aunque debe usarse con moderación para evitar manchas o nuevas arrugas. La presión y velocidad también importan: tejidos gruesos requieren presión firme y movimientos lentos, mientras que los delicados exigen suavidad y rapidez.
El decálogo recomienda planchar la ropa ligeramente húmeda, comenzar por zonas pequeñas como cuellos y puños, y utilizar tablas con acolchado adecuado y fundas reflectantes para optimizar el calor. Además, se aconseja proteger los tejidos delicados con un paño fino y seguir líneas rectas para evitar nuevas arrugas.
Finalmente, destaca la importancia del mantenimiento de la plancha, utilizando agua destilada y limpiando la suela regularmente para evitar obstrucciones y residuos.
“Planchar bien no es solo cuestión de estética, sino de ciencia aplicada al cuidado textil”, concluye nuestro científico y docente.