La pesca tradicional se alía con la ciencia para proteger a las mantarrayas

Cartagena

La fotografía se ha vuelto a repetir un año más. Un hecho que pone de manifiesto que si se quiere, se puede. Que si hay interés de las partes para colaborar en la conservación de la vida marina es más fácil y más efectivo. Un gesto, un proyecto, que une un oficio artesanal como es la pesca en la Almadraba en las aguas de La Azohía, junto con la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) y WWF España. El resultado, más de 30 mantarrayas que han sido marcadas y devueltas al mar durante los meses de abril y mayo.

La almadraba, una técnica de pesca artesanal con siglos de historia, ha demostrado que tradición y sostenibilidad pueden ir de la mano. En lugar de capturar a estos animales para su venta, los pescadores colaboraron con científicos para marcar a las mantarrayas con dispositivos de seguimiento y liberarlas vivas, en perfecto estado.

Esta acción es clave para proteger a la Mobula mobular, una especie en peligro de extinción en el Mediterráneo. Gracias a las marcas colocadas, los investigadores podrán seguir sus movimientos y conocer mejor sus hábitos, lo que permitirá diseñar estrategias más efectivas para su conservación.

Entre los ejemplares liberados, el más grande medía 4 metros de envergadura, mientras que el más pequeño apenas alcanzaba los 90 centímetros y podría haber nacido el mismo día. Todos fueron liberados sin daños graves, lo que demuestra que este tipo de intervención es posible y efectiva.

Este proyecto no sólo representa un avance científico, sino también un ejemplo inspirador de cómo la colaboración entre pescadores, ecologistas y científicos puede marcar la diferencia. La experiencia de La Azohía podría convertirse en un modelo a seguir en otras zonas del Mediterráneo.