Torre Pacheco reflexiona dos meses después de los disturbios: convivencia, heridas abiertas y retos pendientes
Mientras autoridades y vecinos destacan la vuelta a la normalidad, la familia del joven agredido tras la manifestación pacífica denuncia que el racismo sigue presente

Torre Pacheco, dos meses después de los disturbios racistas
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Murcia
Este jueves se cumplen dos meses de la manifestación pacífica contra la violencia que tuvo lugar en Torre Pacheco, convocada tras la agresión a Domingo, el vecino del municipio. Aquella noche, los disturbios posteriores pusieron a la localidad en el centro del debate sobre convivencia, racismo y cohesión social.
Dos meses después, el alcalde Pedro Ángel Roca destaca la respuesta ejemplar de los vecinos ante los intentos de incitar a la violencia. También lo hace el delegado del Gobierno, Francisco Lucas, que ha presidido hoy la Junta de Seguridad y ha asegurado que no existen datos que indiquen problemas de convivencia en el municipio.
Desde las ONG que trabajan en la zona, como Cepaim, se insiste en que el verano ha transcurrido con tranquilidad, pero también en que es necesario reforzar el trabajo comunitario para prevenir futuros episodios. “Debemos aprender y hacer más fuerte a la comunidad”, señala Susana Henarejos, directora autonómica de la entidad.
Sin embargo, no todos comparten esa sensación de normalidad. Ismael, el joven agredido tras la manifestación, sigue en tratamiento psicológico y no quiere regresar al instituto. Su madre, Kesia, denuncia que su hijo continúa sufriendo acoso en redes sociales y reclama justicia para los agresores, que ya han sido denunciados. “No se puede hablar de convivencia mientras mi hijo tiene miedo de volver a clase”, afirma.
El contexto se ha visto agitado también por las recientes declaraciones de Vox frente al centro de menores de Santa Cruz, calificadas por el Gobierno regional como “irresponsables e indecentes”.
Torre Pacheco mira hacia adelante, pero lo hace con la conciencia de que la convivencia real no se decreta: se construye, se protege y se defiende. Y para muchos, la herida sigue abierta.




