El vidrio soplado encuentra relevo en Cartagena
El Museo del Vidrio acoge un curso con jóvenes creadores de la Región para mantener viva una técnica única que exige precisión, paciencia y pasión
El Museo del Vidrio acoge un curso con jóvenes creadores de la Región para mantener viva una técnica única que exige precisión, paciencia y pasión / SER
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“Esto no puede morir”: Jóvenes artistas aprender vidrio soplado en Cartagena
Cartagena
El Museo del Vidrio de Santa Lucía acoge esta semana un curso de vidrio soplado organizado con el apoyo de la Dirección General de Comercio y Artesanía, con el objetivo de recuperar y mantener viva una tradición artesanal con siglos de historia en Cartagena.
El Museo del Vidrio acoge un curso con jóvenes creadores de la Región para mantener viva una técnica única que exige precisión, paciencia y pasión / SER
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“Tenemos ocho personas intentando aprender el oficio de vidriero, de soplador de vidrio, que es un oficio que nunca se termina de aprender”, explica Manuel Riquelme, uno de los responsables del museo. “Cuando puedes aprender una pieza y hacerla muy bien, luego te viene otra pieza y tienes que partir desde cero para conseguir la forma y demás”, añade.
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El curso, que ha despertado gran interés, ha recibido más de treinta solicitudes. “Hemos conseguido que venga un grupo bastante bueno de gente joven, relacionada con escultura, con bellas artes, con talleres artesanos, para que puedan aplicar estos conocimientos a su obra e incluso puedan dejar una continuidad o un legado aquí en el Museo”, señala Riquelme.
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El responsable recuerda que Cartagena tiene una fuerte vinculación histórica con el vidrio. “En la fábrica de Santa Lucía del siglo XIX hubo más de cuatrocientas cincuenta personas trabajando a la vez todos los días. Si tiramos de antepasados, seguro que algunos todavía llevan en la sangre la técnica del vidrio o el oficio de vidriero”.
El Museo del Vidrio acoge un curso con jóvenes creadores de la Región para mantener viva una técnica única que exige precisión, paciencia y pasión / SER
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El curso está dirigido por tres maestros, el propio Riquelme, Carlos Calabria y Luis Bodas, “vidriero de cuna” procedente de Valencia. “Entre los tres vamos intentando llevar este museo para que no se pierda la tradición vidriera en la ciudad”, destaca Riquelme.
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Bodas, con más de cuarenta años de experiencia, subraya el valor de transmitir su conocimiento. “Para mí sería maravilloso, sería un orgullo que en Cartagena no se pierda esta tradición tan inmensa y tan grande que hay de vidrio soplado. Estamos trabajando y transmitiendo conocimientos para que todo esto no acabe en el olvido”.
Entre los alumnos, Pili, artesana de Cartagena, asegura que “esto es dificilísimo y por eso es un arte y hay que pagarlo y subvencionarlo. Esto no puede morir y tienen que hacerse muchos cursos para que Cartagena sea un punto de referencia”.
Paula, escultora de Murcia de 25 años, vive la experiencia como un reto: “Llevo tiempo trabajando con vidrio, pero no había tenido la oportunidad de hacerlo soplado. Es una pasada, esto es increíble”. Reconoce que lo más complicado es “el cambio de mentalidad, porque yo estaba acostumbrada a meter algo en el horno y que después de una hora saliese ya hecho. Aquí trabajas con algo en constante movimiento y tienes que pensar de otra manera”.
El Museo del Vidrio acoge un curso con jóvenes creadores de la Región para mantener viva una técnica única que exige precisión, paciencia y pasión / SER
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Desde el museo, Carlos Calabria detalla que el curso “pinta muy bien” y explica que “normalmente, como un paso salga mal, la pieza ya no vale. Requiere un montón de habilidad y de precisión. Para empezar a soplar medianamente bien te puedes tirar un par de años perfectamente”.
El equipo ha solicitado una nueva subvención para continuar los cursos el próximo año y ha presentado al Ayuntamiento un plan para abrir el museo todo el año. “Queremos que Cartagena tenga un museo del vidrio abierto de lunes a sábado, que pueda ofertar visitas y cursos, y que sea el museo del vidrio que la ciudad se merece”, concluye Riquelme.
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Además del esfuerzo por mantener vivo el museo, los responsables denuncian que el entorno del museo sufre actos vandálicos a menudo. “Nos encontramos con pintadas, roturas en los cristales y paneles del edificio”, lamenta Riquelme, quien asegura que “estos incidentes hacen más difícil conservar un espacio que pertenece a todos los cartageneros y que debería cuidarse como parte de nuestra historia”.
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