“Aquí no salvamos a nadie, creemos en las personas”: La Huertecica, una red humana transformando vidas en Cartagena

Cartagena

La Huertecica, con más de 40 años de trayectoria en Cartagena, acompaña procesos de cambio desde la rehabilitación, la formación y el voluntariado, demostrando que siempre hay salida cuando se suman familia, equipo y esperanza.

En la finca de Santa Ana, un equipo de 80 profesionales y una red de voluntariado trabajan cada día con un mismo propósito: invertir en personas. Psicólogos, educadores, terapeutas, médicos, familiares y antiguos usuarios forman el corazón de La Huertecica, una entidad que lleva cuatro décadas ofreciendo segundas oportunidades a quienes más las necesitan.

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La entidad ha experimentado un crecimiento notable desde la pandemia. “Actualmente seremos unos 75-80 profesionales que trabajan día a día, no solo en esta finca, también en otros centros que tenemos en Cartagena ciudad y en Murcia”, explica la directora de La Huertecica, Juana Sánchez. Se trata de un equipo multidisciplinar, “psicólogos, psicólogas, trabajadores sociales, educadores sociales, profesionales de formación, terapeutas, monitores, integradores sociales, médicos, especialistas en adicciones, y la coordinación con el resto de profesionales de la salud pública”.

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La Huertecica ha impulsado en los últimos años programas con foco en perfiles específicos, “proyectos que van dirigidos específicamente a mujeres en situaciones de sufrir violencia; a jóvenes, con prevención de adicciones comportamentales, al juego; y a personas con trastorno mental grave unido a las adicciones”, resume Juana.

La orientación sociolaboral es otro pilar. Beatriz, responsable del área de empleo y formación, en colaboración con el IMAS y el SEF, explica que “no solo atendemos a personas que hacen tratamiento de rehabilitación de adicciones; también vienen otras en situación de desempleo o que, por crisis personales o familiares, han estado un tiempo fuera del mercado laboral”. El objetivo es construir un itinerario, “necesitan acompañamiento en la inserción sociolaboral para volver a estar activos y preparados, con habilidades y competencias”.

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“Está más que comprobado que, si una vez que han finalizado, tienen un sostén a nivel de empleo y formativo… un plan de vida estable y amarrado, tienen muchas más posibilidades de sostenerse, de sostener una vida normalizada, una vida libre de la problemática de las adicciones”. ¿Persisten los prejuicios en las empresas? “Seguimos trabajando con el tejido empresarial para sensibilizar y que muestren compromiso… cada vez hay más oportunidades. Siguen habiendo prejuicios, pero estamos obteniendo muy buenos resultados en el último año”.

“A mí La Huertecica me ha dado la vida”, la historia de Juan

Juan es una de las personas que, gracias al acompañamiento de La Huertecica, a comenzado de nuevo. “A mí La Huertecica me ha dado la vida”. Durante 12 años dejó su empleo para cuidar a su madre enferma, “me costó muchísimo volver a encontrar trabajo hasta que llegué aquí… hice un curso de jardinería y ahora estoy haciendo uno de carpintería. Estupendo, muy bien, contento y alegre”. La entidad le llegó “por los asistentes sociales de mi barrio”. “Vine, hablé con Bea y empecé a hacer cursos”.

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La rutina le ha devuelto estabilidad. “Trabajo, voy a mi casa, como, descanso y al otro día otra vez aquí. Eso es lo importante, tener algo que hacer”. También esperanza. “Ya he hecho una entrevista y ahora voy a hacer otra… ojalá salgan los currículos”. Asegura que “está permitido caerse, pero es obligatorio levantarse. Te puedes ver en el suelo, pero si te quedas ahí, no haces nada”.

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Beatriz subraya lo esencial del proceso, “Juan es un trabajador excelente… necesitaba volver a confiar en sí mismo, en sus capacidades; volver a formar parte de un grupo, tener un horario, una obligación y una ilusión”.

La familia que acompaña

Cristina, hermana de un usuario, relata un camino largo y complejo. “Mi hermano está aquí desde antes del verano… yo vengo a hablar de mi experiencia”. Durante años, dice, intentó ayudar sin éxito. “Intenté que saliera de esta historia y no conseguí nada… Al final tuve que protegerme a mí”. Todo cambió cuando él tomó la decisión de dar el paso. “Ha sido él el que ya se ha visto en un momento muy difícil… y me pidió ayuda de verdad” .“Me llamó y me dijo que no podía más, que necesitaba ayuda de verdad y que iba a ir al psiquiatra… Le acompañé, también a la entrevista aquí en La Huertecica. Por su tono de voz supe que esta vez era de verdad”.

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Cristina convive con sentimientos “de esperanza y de miedo”. “Me encantaría que esto fuera un punto y final, pero soy consciente de que puede haber recaídas”. Aun así, asegura que “ahora lo veo con capacidad de asumir más el dolor que puede haber detrás, y eso ya es muy importante”.

Es importante tener “límites muy claros… decirle que si alguna vez necesitaba ayuda yo iba a estar, pero una ayuda real. Para juegos no iba a estar”. “Es muy complicado ver a alguien que quiere autodestruirse… hay que coger herramientas para estar bien en esa situación, porque no podemos obligar a nadie a hacer algo que no quiere”.

Cómo empieza un proceso de cambio

Lucía es responsable del área de tratamiento. “Cada proceso es diferente. Las personas vienen muy angustiadas, con problemas, traumas y situaciones muy dolorosas que la adicción tapa”. La “puerta de entrada” combina acogida e información a la persona y su familia, y después se diseña un itinerario por etapas. “Primero, la admisión o etapa previa; y luego los recursos: centro de día o comunidad terapéutica, según necesidades”.

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La motivación es clave y no siempre llega desde el inicio, “algunas personas vienen con claridad; otras, por presiones familiares, de la justicia, o con problemas graves de salud mental. Hay que hacer trabajo motivacional con la persona y la familia”. Además, se requiere coordinación con la red pública. “A nivel sanitario y de servicios sociales… Algunas personas que vienen a tratamiento no tienen nada”.

¿Resultados? “Para mí es esperanzador, porque hay cambio y las personas pueden cambiar. La mayoría que hacen proceso tienen mejoras considerables, toman conciencia, amplían su vida, encuentran recursos”. Parte del trabajo es reconstruir autoestima y tolerancia a la frustración: “Vienen muy dañadas y sin conciencia de que tienen recursos personales, familiares y sociales… pero los tienen”.

Un trabajo que también transforma a quienes acompañan

“Yo siempre digo que este es mi trabajo, pero este trabajo a mí me ha hecho mejor persona”, confiesa Lucía. “Acompañas y aprendes día a día. Hay que tener sensibilidad y poner límites; manejar apoyo y confrontación”. Y resume el espíritu de la casa: “Aquí no salvamos a nadie, sino que creemos en las personas. Trabajar en equipo es la herramienta fundamental”.

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Carmen Cueto, responsable del área de prevención, familias y voluntariado en La Huertecica, asegura que “si hablamos de tratamiento y es importante, igual de importante es prevenir”, apunta la directora. Carmen asiente y toma la palabra: “Hay una cosa que identifica a La Huertecica desde su origen, y es estar atentos a las necesidades de las personas”.

Explica que la entidad ha crecido conforme a esas necesidades, “en función de lo que hemos ido detectando en cada momento, y luchando siempre por conseguir recursos y dotación para los programas que dan respuesta a esas realidades”.

El voluntariado, recuerda, está en el ADN de la entidad, "el origen de La Huertecica tiene mucho que ver con el voluntariado. Nació de unos padres preocupados en los años 80 por los problemas con las adicciones, que se unieron de forma voluntaria para dar una respuesta. Y eso se mantiene”. Hoy, cualquier persona mayor de edad que quiera colaborar tiene su espacio en la entidad. “Todas las personas que se acercan encuentran su lugar. Vamos buscando dónde pueden aportar y acompañar”, explica Carmen.

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Sobre la prevención, advierte que no hay fórmulas mágicas, pero sí actitudes que marcan la diferencia. “Hay que estar atentos a los hijos, mantener comunicación y confianza. Los límites también son importantes, desde pequeños, porque ayudan a crear conciencia y a facilitar el diálogo”.

La directora de La Huertecica recuerda para concluir que el problema de las adicciones “no es individual ni solo familiar, sino social".