“El acuífero es una fuente directa de mercurio hacia el Mar Menor”

Cartagena

El Mar Menor recibe 70 veces más mercurio del acuífero subterráneo que del río Albujón. Es la principal conclusión de un estudio liderado por el Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC), publicado en la revista científica 'Environmental Science & Technology', que confirma por primera vez la magnitud de esta vía de entrada de contaminantes a la laguna.

“El acuífero es una fuente directa de mercurio hacia el Mar Menor”, explica la bióloga Celine Lavergne, una de las autoras del trabajo. El equipo ha trabajado durante cinco años para confirmar la presencia de este metal pesado procedente del subsuelo, acumulado durante décadas por la actividad minera y agrícola del entorno.

El hallazgo es especialmente relevante por el tipo de mercurio que se genera. “Lo que nos interesa entender ahora es el papel del acuífero en la formación de metilmercurio”, señala Lavergne. Se trata de la forma más tóxica del metal, capaz de incorporarse a la cadena alimentaria a través de microorganismos, peces y, finalmente, seres humanos.

Aunque los niveles actuales no suponen un riesgo para la salud, el escenario podría cambiar. “Lo que hemos medido todavía no son niveles preocupantes, pero con el cambio climático y el aumento de la temperatura podría favorecerse la producción de esta neurotoxina”, advierte.

El estudio demuestra que el acuífero descarga cerca de un kilo de mercurio al año, una cifra equivalente a la que llega desde la atmósfera. Y lo hace a través de flujos subterráneos que conectan tierra y mar de manera dinámica, en función de las lluvias, la extracción de agua o la evaporación. “No podemos imaginar el acuífero como un flujo único hacia la laguna. Es un sistema que respira en ambas direcciones”, resume la investigadora.

El trabajo, además, apunta a que buena parte de ese mercurio no es nuevo. “Se trata de un mercurio almacenado hace décadas y que ahora se libera desde el acuífero”, añade. Por eso, más que plantear una intervención directa en el subsuelo —que califica de “muy compleja”—, el equipo pide precaución y vigilancia: “Nuestro llamado es al monitoreo y a proteger el ecosistema, incluido el acuífero”.

La investigación abre ahora una segunda fase: entender en qué condiciones ese mercurio se transforma en metilmercurio y cómo se incorpora a la fauna y flora del Mar Menor. “Cada sistema es único. Necesitamos más estudios para saber qué factores favorecen esta transformación y cómo evitarla”, afirma.

Lavergne reconoce la fragilidad del ecosistema, pero descarta que el mercurio sea el origen del deterioro ambiental que ha sufrido la laguna. “El mercurio no es la causa de los problemas del Mar Menor. Puede ser una consecuencia más, pero no la que explica fenómenos como la sopa verde”.

El estudio, con carácter pionero en el Mediterráneo, pone sobre la mesa un nuevo reto para la gestión ambiental de la laguna y de sus aguas subterráneas. “Lo que pasa en la laguna afecta al acuífero, y lo que pasa en el acuífero afecta a la laguna”, concluye. “Y ahora sabemos que esa conexión es clave”.