Ana Ballabriga invita a los oyentes de la SER a resolver los enigmas de Cartagena
Estrena 'El último giro', un espacio donde la escritora publicará un relato de misterio con final abierto ambientado en lugares de la ciudad

'El último giro', con Ana Ballabriga - La Muralla Púnica T1X01
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Cartagena
Comienza 'El Último giro' en la antena de Hoy por hoy Cartagena, un nuevo espacio de creación participativa entre nuestros oyentes en clave de género negro con Ana Ballabriga.
Cada quince días, la escritora, referente del género negro en la literatura española, compartirá un relato breve ambientado en Cartagena o en algún punto de su comarca, siempre con un final abierto. Ese desenlace será el reto para la audiencia, los oyentes deberán inventar el final en un máximo de 200 palabras.
Las historias podrán enviarse a través del WhatsApp del programa, 686 18 62 67, o por correo electrónico a informativos.cartagena@cadenaser.com. Entre todas las propuestas recibidas, Ana Ballabriga elegirá la mejor. El ganador, en esta ocasión, obtendrá la última novela de la escritora 'Aramat'.

Ana Ballabriga / SER

Ana Ballabriga / SER
'El último giro' - La Muralla Púnica
La danza de la muerte. Eso era lo que Clara tenía ante sí: la pintura de un esqueleto que aplastaba con sus huesudos pies una tiara pontificia y una corona. La imagen formaba parte del mural que decoraba la cripta de la ermita de San José, un espacio lleno de nichos abiertos y vacíos.
La cripta era lo único que había sobrevivido de la antigua ermita, adosada a la Muralla Púnica. Era un lugar extraño, de esos en los que la historia se acumula y los materiales se reaprovechan época tras época. A Clara siempre le había fascinado la mezcla de restos y estilos.
Aquella mañana de sábado había salido de casa con la excusa de ir al mercado, mientras Antonio se quedaba al cuidado del bebé.
No le había contado ni a él ni a nadie que quería escribir su primera novela y que esperaba encontrar inspiración en aquella cripta. Así, si las palabras no llegaban, el fracaso solo la decepcionaría a ella.
No era la primera vez que pisaba ese espacio que una vez fue sagrado. Lo había visitado hacía muchos años, y algo de aquel lugar nunca terminó de abandonarla. Ahora, al pensar en empezar su novela, ese recuerdo había regresado con claridad. Por eso había vuelto.
El guía terminó su explicación y Clara se quedó sola. El silencio era absoluto. Se acercó hasta donde la marca se lo permitía. Algunos huesos asomaban en las hornacinas, y la danza de la muerte se desvanecía al mismo ritmo que el tabaire que la sustentaba. En unos años, no quedaría nada de todo aquello.
Entonces, entre la penumbra y el polvo, en uno de los nichos vacíos vio algo que no debería estar allí. Apartó la cuerda y pisó terreno prohibido. Contuvo la respiración y se inclinó. Era una fotografía. En ella, Clara aparecía con Fabio, precisamente allí, sobre aquel mismo suelo, pero veinte años atrás.




