El Real Murcia de Colunga gana al Alcorcón y sueña: del abismo a la ilusión en un mes

Murcia

El Real Murcia lleva la flecha hacia arriba. En apenas treinta días, los pimentoneros han pasado del vértigo del descenso a mirar de frente a los puestos de playoff. El 30 de octubre Adrián Colunga cogió el timón de un barco a la deriva. Hoy, 30 de noviembre, ese mismo equipo acumula un pase en Copa, cuatro victorias ligueras, sumando la de esta noche, y un empate en Teruel. Trece puntos de quince posibles. Números arrolladores en una Primera Federación que ha visto cómo el Murcia cambiaba la foto: de la zona baja a la nobleza.

La fría y húmeda noche en el Enrique Roca no frenó la ilusión. 13.218 espectadores se abrigaron para contemplar el crecimiento de un equipo que sueña en grande. Y lo hicieron con la sensación de que algo ha cambiado para siempre.

Colunga movió piezas en la vuelta al estadio. Apostó por David Vicente, Juan Carlos Real y Pedro Benito, además de desplazar a Jorge Mier al lateral zurdo. Se quedó fuera Cristo Romero, mientras la enfermería sigue llena: Alberto González, Jaso, Saveljich, Zeka, Piñeiro y Moyita, todos ausentes.

El arranque dejó dudas. El Murcia ha aprendido a convivir sin balón en tramos del partido, y esta vez tocó sufrir. El Alcorcón se sintió cómodo, manejó la pelota y generó peligro. Hasta tres ocasiones claras inquietaron a la grada. Primero, Yael filtró un pase a la espalda y Vladys disparó fuera. Después, un error en la marca de Héctor Pérez dejó al mismo delantero visitante mano a mano con Gazzaniga, que salvó con temple. El semblante serio de Colunga en la banda reflejaba la tensión: bloque bajo, repliegue y espera.

Sin continuidad, pero con pólvora determinante

Cuando más apretaba el Alcorcón, apareció Jorge Mier para encender la luz. El lateral, hoy por la izquierda, se proyectó dos veces con descaro, encaró y centró con precisión. Primero para Juan Carlos Real, que no acertó; después para Pedro Benito, que tampoco encontró portería. Avisos que despertaron a la grada.

El susto llegó antes de la media hora: Sekou perdió una disputa en campo propio y Vladys volvió a tenerla franca. Su disparo, centrado, lo atrapó Gazzaniga. Y entonces, en el único chispazo del Murcia en la primera parte, llegó el golpe. Jorge García, el canterano que debutó en Antequera y que lleva dos titularidades seguidas, filtró un pase quirúrgico al área y Juan Carlos Real, discutido y señalado desde el inicio de la temporada, no perdonó. Control y definición para el 1-0. La primera del Murcia fue para dentro. Y el Enrique Roca rugió.

El gol liberó a los granas. El equipo se desmelenó y mostró lo que ha cambiado con Colunga: resiliencia, crecimiento mental, capacidad para esperar y golpear. Palmberg rozó el segundo con un disparo desde la frontal y Flakus acarició la escuadra con un tiro con efecto. El Alcorcón estaba tocado y el Murcia olió sangre.

La segunda parte trajo cambios y control. Ekain y Bustos entraron para dar frescura y el Murcia empezó a gustarse. Temporizó, manejó los tiempos y encontró premio. Una combinación por la derecha acabó en disparo de Flakus, que rebotó en un defensor y se coló en la red. 2-0 y explosión en la grada. El 13 de 15 estaba más cerca y el murcianismo empezó a pensar en lo que viene: Copa y derbi.

Cádiz y Cartagonova

Colunga, práctico, movió ficha. Retiró a Flakus para dosificarlo antes de una semana intensa. También dio minutos a Álex Schalk y Carmona, mientras Pedro Benito y Mier descansaban. El tramo final fue de posesión y control, sin sobresaltos. Mariano Carmona, exgrana y murciano, apenas pudo intervenir.

Eso sí, una falta a balón parado al borde del final le sirvió a Iván Pérez, jugador del Alcorcón, para recortar distancias (2-1). Y aunque no cambió el reparto final de puntos, sí que maquilló el resultado.

Con el pitido final, el Murcia ya mira al futuro inmediato. Primero, la Copa del Rey ante el Cádiz, un premio frente a un rival de Segunda. Después, el derbi en Cartagonova, marcado en rojo desde agosto. Allí, con 2.000 murcianistas en el fondo norte, se medirá a un Cartagena instalado todo el curso en la zona alta. Será el examen definitivo para Colunga, el técnico que ha cambiado la piel del Murcia y que ahora afronta el reto que define reputaciones.

Treinta días después de tocar fondo, el Murcia vuelve a ilusionar. Trece puntos, portería a cero, fútbol práctico y una grada que late. El ‘Efecto Colunga’ ya es una realidad. Y el murcianismo, por fin, vuelve a mirar hacia arriba.